Por definición sabemos qué es un anticuerpo: una sustancia segregada por los linfocitos de la sangre para combatir una infección de virus o bacterias que afecta al organismo.
Los linfocitos B maduran en la médula ósea y son generadores de la respuesta humoral.
Ante la presencia de algún antígeno, diversas células de defensa inespecífica liberan sustancias (citocinas) que estimulan el crecimiento y diferenciación de los linfocitos B, y un tipo de linfocitos T colaboradores estimulan su activación.
A los linfocitos B activados, que son capaces de sintetizar inmunoglobulinas o anticuerpos, se denominan células plasmáticas o plasmocitos.
Estas células poseen receptores de membrana específicos, capaces de reconocer a los antígenos. Cuando un antígeno se une a sus receptores, se activa la síntesis de inmunoglobulinas o anticuerpos en la célula.
Índice de contenido:
Inmunoglobulina (Ig) o anticuerpo (Ac)
Sabemos lo que es un anticuerpo pero no son los únicos componentes importantes del sistema inmunitario: Las inmunoglobulinas son proteínas empleadas por el sistema inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños tales como bacterias, virus o parásitos.
Pueden ser de 5 tipos:
IgM: se denomina macroglobulina por qué forma un pentámero integrado por 5 monómeros. Su múltiple valencia (10), qué facilita la precipitación, la aglutinación y la fagocitosis, y su capacidad de activar el complemento son cruciales en los primeros momentos de la respuesta específica.
Suelen aparecer en momentos precoces de la infección, generalmente alcanzan el pico hacia los 7-10 días y se mantienen durante semanas. La presencia de IgM tiende a indicar infección reciente.
IgG: proporciona resistencia a largo plazo. Atraviesa la placenta proporcionando inmunidad pasiva al feto, y también se secreta en la leche materna.
Aparecen más tarde que las IgM, y alcanzan su pico generalmente hacia las 4-6 semanas; persisten durante mucho tiempo, incluso de forma indefinida.
La presencia de IgG sólo indica que ha habido un contacto con el antígeno, o una infección pasada o crónica.
IgA: existe en dos formas:
- Sérica: presente en el suero y parecida a la IgG.
- Secretora: es un dímero que se acumula en las secreciones corporales: lágrimas, leche materna, saliva y secreciones de los tractos digestivos, respiratorio y genitourinario. Proporciona protección al inhibir la adhesión de parásitos y microorganismos a los tejidos y ofrece inmunidad pasiva al lactante.
IgE: se encuentra distribuida principalmente en la piel y está implicada en los fenómenos alérgicos. Parece que una de sus funciones en el cuerpo es la protección contra parásitos metazoos.
IgD: se encuentra desde las primeras etapas del desarrollo ontogénico en la membrana de los linfocitos B.

Reacción antígeno-anticuerpo
Los anticuerpos se unen a los antígenos, formando un complejo Ag-Ac. La unión es específica, ya que cada anticuerpo sólo reconoce y se une a un determinado antígeno.
Esta unión antígeno-anticuerpo puede tener distintas consecuencias, ya que se pueden producir varios tipos de reacciones:
- Precipitación: los antígenos están en disolución; al unirse los anticuerpos a ellos, el complejo resultante es demasiado grande para mantenerse en disolución y precipita.

- Aglutinación: cada anticuerpo puede unirse a varios antígenos y cada uno de estos a varios anticuerpos; como consecuencia, se forma una red de antígenos y anticuerpos que impide actuar a los antígenos.

- Neutralización: tiene lugar cuando el antígeno es un tóxico; en este caso, la unión lo neutraliza.

- Opsonización: los anticuerpos se fijan a la superficie del antígeno y lo «marcan», lo cual atrae y estimula a las células fagocitarias. Las células fagocitan el complejo y «presentan» el antígeno a los linfocitos T.

Presentación de antígenos
Células que han fagocitado complejos Ag-Ac deben ser eliminadas. Para que los linfocitos T las identifiquen, estas células les «presentan» los antígenos.
Se consigue mediante la unión del antígeno o parte de él a unas moléculas específicas situadas en la membrana, que pertenecen al complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). El CMH es propio de cada individuo.
