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La reproducción sexual ¿Un método ineficaz?

Alba De Juan Pérez

Alba De Juan Pérez

Estudiante de Biología a la que le gusta hablar de plantas (entre otras cosas). En mi tiempo libre me dedico a estudiar las plantas que se encuentran en mi entorno, así como a la divulgación científica.

La reproducción es el proceso biológico por el cual los seres vivos generan descendencia, una función esencial que asegura la supervivencia de las especies a lo largo del tiempo. Cuando hablamos de los tipos de reproducción, los catalogamos en dos grandes grupos: la forma asexual y la forma sexual. Pero, ¿tenemos claro cuáles son las diferencias entre reproducción sexual y asexual?, ¿es posible que un método sea mejor que el otro? Otras cuestiones que podemos también plantearnos son ¿es la reproducción sexual verdaderamente eficiente? ¿o es un gasto de energía que no todas las especies están dispuestas a costear? 

La diferencia está en los gametos

La principal diferencia entre ambos tipos de reproducción es la formación de gametos, que son las células sexuales que se obtienen por meiosis (proceso biológico por el cual a partir de dos divisiones celulares se obtienen estas células que contienen la mitad del material genético), y que en el caso de que se fusionen darán lugar a un cigoto. Un ejemplo de ello son los espermatozoides en los hombres y los óvulos en las mujeres.

En la reproducción sexual, como es en el caso de nuestra especie, sí que se produce la formación de gametos. En ella pueden participar 1 o 2 progenitores, dando lugar a que haya dos tipos de reproducción sexual, conocidas como: anfigonia (hay fecundación del óvulo y participarían 2 progenitores) o partenogénesis (no hay fecundación del óvulo y participaría un solo progenitor).

Otra de las características es que en la reproducción sexual se produce la variabilidad genética, que ocurre gracias a la meiosis, comentada anteriormente. En el caso de la anfigonia la existencia de variabilidad genética se puede ver bastante clara ya que, además de producirse la meiosis para obtener los gametos, se da la fusión entre gametos de dos individuos distintos. De ahí a que ninguno de nosotros seamos clones de nuestra madre o nuestro padre, sino una mezcla. Para este artículo, incidiremos más en la reproducción sexual de este tipo, ya que es la mayoritaria entre las especies y es la más sencilla de comprender.

En cambio, en la partenogénesis no se produce esa fusión entre dos gametos de dos parentales distintos. En la reproducción sexual de este tipo lo que ocurre es lo siguiente: el individuo (normalmente una hembra) producirá mediante meiosis sus óvulos, y normalmente estos serán fecundados con corpúsculos polares, que son generados también por la madre cuando se produce la meiosis, ya que no todos los gametos que produce van a ser fértiles como el óvulo (ver el esquema a continuación).

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Esquema de la meiosis que muestra como se obtienen los gametos, en este caso los femeninos. En rosa claro tenemos los óvulos (gametos fértiles, los cuales son los que pueden fecundarse con los masculinos) y en rosa más oscuro los corpúsculos polares, los cuales son estériles. En el caso de la partenogénesis, el óvulo puede combinarse con un corpúsculo para poder generar un descendiente. Fuente: figura creada por Alba De Juan Pérez.

Al producirse la meiosis y posteriormente ser fecundados, en la partenogénesis también se producirá una recombinación genética que dará lugar a esa variabilidad genética, pero en este caso, esa variabilidad será mucho menor, ya que tanto el óvulo como los corpúsculos polares los produce el mismo individuo.

En cambio, en la reproducción asexual no se produce la formación de gametos. Solo participa 1 progenitor, y esto dará lugar por tanto a que no exista esa variabilidad genética de la que hablamos antes, siendo toda su descendencia clones de ese individuo.

Esquema que muestra la variabilidad genética que hay o no dependiendo del tipo de reproducción. Fuente: figura creada por Alba De Juan Pérez.
Esquema que muestra la variabilidad genética que hay o no en la reproducción sexual y asexual. Fuente: figura creada por Alba De Juan Pérez.

Una vez aclaradas las diferencias más importantes que existen entre ambos tipos de reproducción, podemos establecer una comparativa.

La reproducción sexual vs la asexual

Si nos paráramos a pensar cual de las dos es mejor, seguramente la mayoría escogeríamos la reproducción sexual, ya que gracias a ella podemos encontrar una gran diversidad entre los descendientes de distintas especies, como es la nuestra. Pues bien, este tipo de reproducción también tiene sus desventajas, y no son precisamente insignificantes.

Uno de los principales inconvenientes es que este modelo, y sobre todo para el caso de la reproducción sexual anfigónico, requiere un coste energético y temporal muy alto para las especies. El hecho de que un individuo tenga que encontrar una pareja para poder aparearse supone un gasto de tiempo y fuerza enorme, y sin contar que muchas veces los machos tienen ritos de apareamiento donde pueden llamar no solo la atención de las hembras, sino también de los depredadores.

Además, en la estirpe aparecerán tanto machos como hembras, donde solo las hembras serán capaces de generar descendencia, siendo menor el potencial reproductor. A este hecho se le llama el “doble coste del sexo”, y en este caso es un problema que afecta tanto al tipo de reproducción sexual anfigónico como al partenogenético, ya que en este último aunque no se necesite la ayuda de un macho para generar descendencia, sí que se generan descendientes de ambos sexos.

Sin embargo, en la reproducción asexual ocurre lo contrario: el individuo no despilfarra su energía ni su tiempo, ya que es capaz de procrear solo. Además, toda la descendencia que genere será capaz a su vez de producir más descendencia, siendo mayor el potencial reproductor.

Los cuadrados azules representan los machos; los círculos rosas representan las hembras. Este esquema ilustra el doble coste de los machos. En la reproducción sexual (a) aunque haya mayor variabilidad, el número de descendientes es parecido en cada generación. Sin embargo, en la reproducción asexual (b) incrementa el tamaño de descendientes en cada generación de una población.  Fuente: figura creada por Alba De Juan Pérez.
Este esquema ilustra el doble coste de los machos. En la reproducción sexual (a) aunque haya mayor variabilidad, el número de descendientes es parecido en cada generación. Sin embargo, en la reproducción asexual (b) incrementa el tamaño de descendientes en cada generación de una población. Los cuadrados azules representan los machos; los círculos rosas representan las hembras. Fuente: figura creada por Alba De Juan Pérez.

Llegados a este punto, más de uno quizá habrá cambiado de opinión y pensará que la reproducción asexual es aparentemente la más eficaz. Pero entonces, ¿cómo es posible que sea la sexual la más extendida entre las especies?

Esa misma pregunta se la hacen desde hace varias décadas numerosos investigadores, los cuales han planteado varias hipótesis para tratar de explicar cómo es la reproducción sexual predominante sobre la asexual, pero solo una de ellas es la que parece tener de momento la respuesta: la hipótesis de la reina roja.

Esta hipótesis la explicaremos a continuación, pero ya podemos adelantar que la clave que resolvería este misterio se encontraría nada más y nada menos que en el fenómeno que hemos mencionado tantas veces en este artículo: la variabilidad genética.

La reina roja, nuestra mayor aliada

¡Quién iba a decir que ese personaje despreciable de Alicia en el país de las maravillas se convertiría en el epicentro de nuestra hipótesis! Pues bien, posee ese nombre ya que en un extracto del libro “Alicia a través del espejo”, la reina roja le dice a Alicia que tienen que correr para quedarse siempre en el mismo sitio. Confuso, ¿verdad? Vamos a intentar extrapolar esa frase a la reproducción.

Como sabemos, todas las especies coexistimos en los diferentes ecosistemas, dando lugar a que muchas veces sin darnos cuenta, entramos en “batalla” por ver quién está mejor adaptado al entorno y así evitar la extinción propia. Las especies no dejan de evolucionar para poder hacer frente a los constantes cambios ambientales, provocando que sus enemigos naturales también se vean en la obligación de evolucionar para adaptarse.

A esto se refiere la reina roja cuando dice que hay que correr para quedarse en el mismo sitio: ningún individuo puede quedarse atrás en esta carrera evolutiva, ya que supondría su desaparición, y no solo a nivel individual, si no también a nivel de especie. Y ya no hablaríamos de que coexistimos, si no que también coevolucionamos.

La hipótesis de la reina roja fue propuesta por Leigh Van Valen en 1973. En ella planteaba que una adaptación favorable para una especie implicaba una consecuencia negativa para otra especie, "obligándola" a evolucionar para no morir. Imagen: dibujada por Sir John Tenniel para "Alicia a través del espejo",  1871
La hipótesis de la reina roja fue propuesta por Leigh Van Valen en 1973. En ella planteaba que una adaptación favorable para una especie implicaba una consecuencia negativa para otra especie, «obligándola» a evolucionar para no morir. Imagen: dibujada por Sir John Tenniel para «Alicia a través del espejo», 1871

Un ejemplo típico es el de la presa y el depredador: la presa adaptará características corporales para poder escapar con mayor facilidad, y por tanto, el depredador se verá obligado a adquirir nuevas tácticas para atrapar a la presa, provocando que esta tenga que evolucionar nuevamente.

Y esa facilidad para poder evolucionar continuamente es gracias a la variabilidad genética que se da en la reproducción sexual, que permite combinaciones entre dos individuos con material genético distinto, pudiendo obtener los descendientes adaptaciones beneficiosas para el medio. En la reproducción asexual al no haber un intercambio genético, los descendientes son clones de su progenitor y no se pueden conseguir estas adaptaciones al medio, lo que conlleva que muchas de estas especies desaparezcan.

Conclusiones

A día de hoy se sigue debatiendo sobre los tipos de reproducción y el sexo, siendo la hipótesis de la reina roja una de las más aceptadas para explicar la reproducción sexual. Tras leer el artículo, ¿podríamos concluir qué tipo de reproducción es mejor? realmente no, ya que dependería del contexto en el que hablásemos.

Si nos referimos a costes de esfuerzos para la especie, elegiríamos la asexual sin ninguna duda, ya que hemos visto que no tenemos que consumir energía en busca de una pareja sexual y además tendremos una descendencia la cual creará el doble de individuos, ya que todos serían capaces de reproducirse solos.

En cambio, si hablamos de cuál proporciona al individuo mejores adaptaciones y reduce la probabilidad de extinción a nivel especie, entonces nos decantaríamos por la sexual, ya que se produce esa variación genética tan importante para sobrevivir en un medio tan cambiante como el nuestro.

Artículo editado y revisado por Carmen de Jesús Gil.

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