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¿Por qué no debes usar antiácidos antes de comer?

Teresa Díaz

Teresa Díaz

¿Quién no se ha tomado un protector de estómago antes de una comida de empresa o una boda? ¿Quizás lo has probado sientes tienes mucha acidez? En estos casos, seguramente no has consultado a ningún profesional de la salud. Otras veces son ellos mismos los que recomiendan su consumo para «aliviar» algunos síntomas del consumo de otros medicamentos. Si te has encontrado en esta situación alguna vez o consumes estos antiácidos o, mal llamados, «protectores gástricos» regularmente, te invito a seguir leyendo.

¿Qué son los antiácidos o protectores gástricos?

Cuando el alimento entra en el estómago, las glándulas gástricas de la mucosa segregan jugo gástrico, que tiene características ácidas y activa la degradación de las proteínas de los alimentos en moléculas más sencillas. Esta es una fase fundamental del proceso de digestión.

Algunos medicamentos tienen la capacidad de bloquear la liberación de ese ácido estomacal o jugo gástrico. Un ejemplo de ello es el Omeprazol, que junto a otros medicamentos similares llamados prazoles, se utilizan para reducir la producción de ácido en el estómago. Por ello, se conocen como «antiácidos».

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Imagen 1. El consumo de antiácidos para «aliviar» la pesadez o ardor de estómago tiene algunas contraindicaciones. Fuente: PIxabay.

¿Por qué el ácido estomacal no daña al estómago?

El estómago es un órgano muy importante en la digestión debido a la gran diversidad de funciones que lleva a cabo. Se encarga de almacenar y exponer los alimentos al ácido que secreta, pero también sirve de barrera para evitar el paso de microorganismos al intestino.

Si el ácido estomacal llega al esófago, la laringe o la boca, producirá irritación y quemaduras. Sin embargo, esto no ocurre en el estómago. Este órgano es capaz de fabricar una capa de mucus que le protege de la acción ácida del jugo gástrico.

La mucosa estomacal o gástrica es una capa muy delgada de tejido celular que recubre la pared más interna del estómago, que está en contacto con el contenido del estómago. La mucosa gástrica sufre el ataque constante de numerosos agentes nocivos endógenos (como el ácido estomacal) y exógenos (como el alcohol, fármacos y bacterias), pero su integridad se conserva gracias a los sistemas de defensa y reparación que tiene la propia mucosa. La alteración de esta capa de mucosa del estómago puede estar relacionada con gastritis, úlceras gástricas, infecciones por la bacteria Helycobacter pylori o cáncer gástrico.

¿Cuándo se utilizan estos medicamentos antiácidos?

Este tipo de medicamentos que inhiben la producción de ácido estomacal se prescriben para el tratamiento de enfermedades relacionadas con la alteración de la secreción de ácido en este órgano, para conseguir un efecto beneficioso. Algunas de estas enfermedades son las siguientes:

  • La úlcera de estómago o de duodeno.
  • La erradicación de la bacteria Helicobacter pylori.
  • La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), incluida la enfermedad de Barrett.
  • El síndrome de Zollinger-Ellison, causado por tumores.

Por otra parte, el tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos (ANE), como el ibuprofeno, pueden causar molestias digestivas tales como pesadez, ardor o dolor en la región del estómago. En algunas ocasiones, se utilizan juntamente medicamentos que reducen la producción de ácido estomacal para proteger la mucosa del estómago.

En cualquier caso, el uso de estos medicamentos como el Omeprazol debe ser prescrito por un profesional sanitario y debe hacerse seguimiento del tratamiento.

¿Dónde está el problema?

Según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2020-21 (Publicado el 19 de abril de 2022), el Omeprazol, fármaco de elección de entre los medicamentos que inhiben la producción de ácido estomacal, es el principio activo con mayor facturación en nuestro país, alcanzando los 48,5 millones de envases anuales. Siendo el consumo de Omeprazol un 4,9% por envase facturado, frente al 4,4% del Paracetamol.

Figura 1. Principales principios activos consumidos.
Fuente: Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2020-21 (Publicado el 19 de abril de 2022)

Según datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, en España su prescripción es un 70% superior a la media europea, sin existir datos epidemiológicos que expliquen esta diferencia, por lo tanto, mayoritariamente está relacionada con prescripción inadecuada.

La Sociedad Andaluza de Patología Digestiva (SAPD), ya en diciembre de 2020, destacaba la necesidad de analizar tanto la selección, como la adecuación de estos tratamientos y/o la duración de estos, en muchos casos indefinida, sin una patología que lo justifique.

Aún queda trabajo por hacer, pero la buena noticia es que el consumo de Omeprazol en España sigue disminuyendo cada año. Según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud de 2018 (publicado en diciembre de 2019), el consumo disminuyó un 5% en el periodo 2016-2018.

Sigue leyendo para conocer qué riesgos tiene el uso abusivo de antiácidos y qué medidas se están llevando a cabo para reducir la prescripción inadecuada de estos fármacos.

¿Qué riesgos tiene el uso abusivo de los antiácidos?

Cualquier medicamento puede tener efectos adversos, aunque se trate de un fármaco seguro y efectivo. En general, los inhibidores de la producción de ácido son fármacos bien tolerados, no obstante, han sido considerados simples «protectores gástricos», prácticamente sin efectos secundarios, lo que ha disparado su consumo.

En el caso concreto de estos medicamentos que inhiben la producción de ácido estomacal, se ha evidenciado relación con algunos problemas de salud:

  • Afecta a la absorción de nutrientes, incluyendo mala absorción de calcio.
  • Se ha asociado con la translocación de bacterias en el desarrollo de peritonitis en pacientes con cirrosis y abscesos hepáticos. 
  • Interfiere en el metabolismo de la formación de los huesos, aumentando la incidencia de fracturas.
  • Pacientes con tratamiento de antiácidos que requieren ventilación mecánica tiene riesgo bajo pero significativo de neumonía.
  • Afecta al eje intestino-cerebro pudiendo inducir enfermedades neurodegenerativas, incluyendo demencia, cuyo riesgo aumenta 1.4 veces en usuarios de antiácidos.
  • En estudios con ratones, se observa un incremento de la deposición de proteína amiloide, contribuyendo a la aparición de Alzheimer.

Por otro lado, algunos efectos secundarios del consumo continuado de estos medicamentos son los siguientes:

  • Anemia por deficiencia de hierro.
  • Deficiencia de vitamina B12.
  • Neumonía.

¿Cómo se puede disminuir la prescripción inadecuada?

Cabe preguntarse por qué estos medicamentos se han convertido en uno de los fármacos más vendidos, no sólo en España, sino en todo el mundo. Una de las razones es que su aparición en 1989 constituyó una revolución en el tratamiento de las enfermedades causadas o relacionadas con el ácido estomacal, que antes se trataban con otros medicamentos de menor potencia.

A pesar de la entrada al mercado de los genéricos, el gasto público se ha mantenido o ha aumentado debido al mayor consumo descontrolado. Además, el Omeprazol se puede adquirir sin receta médica. De esta manera, es cada vez más difícil encontrar a un paciente que no esté tomando inhibidores del ácido estomacal, muchas veces sin una indicación clara.

Existen diversos aspectos que pueden ser revisados para disminuir la prescripción inadecuada:

  • Indicaciones de uso y vigencia de las mismas. Muchos pacientes con riesgo de lesiones gastroduodenales bajo, o incluso nulo, reciben este tratamiento de forma preventiva. Además, tampoco tienen indicación clara de uso, o la patología que motivó su prescripción es lejana en el tiempo. Se hace imprescindible al iniciar el tratamiento, plantear al paciente la duración inicial del mismo y la necesidad de su revisión.
  • Población candidata al tratamiento. La población anciana tiene mayor tendencia a sufrir varios trastornos o enfermedades al mismo tiempo, por lo que es un colectivo que en muchas ocasiones recibe tratamientos inadecuados de antiácidos.
  • Utilización de dosis elevadas y tratamientos prolongados innecesarios. Solamente en casos muy concretos y situaciones crónicas, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), una minoría de pacientes requiere tratamientos de larga duración. Además, tras un periodo de tratamiento adecuado es posible plantearse una reducción de la dosis o la suspensión del mismo.
  • Mantenimiento de prescripciones inadecuadas en las transiciones asistenciales. Se estima que un 50-70% de las prescripciones de antiácidos, tipo Omeprazol, son inadecuadas. Un factor de riesgo en este sentido es la hospitalización. Son varios los estudios que muestran que durante la estancia hospitalaria se inician tratamientos con antiácidos, no siempre justificados, que además se prolongan innecesariamente al alta.
  • Duplicidades producidas tras recibir atención en distintos niveles asistenciales. La prescripción por principio activo es recomendable ya que, en ocasiones, el desconocimiento de los nombres comerciales conduce a duplicidades en los tratamientos con antiácidos de este tipo.
  • Posibilidad de deprescribir en determinadas situaciones contando con la participación del paciente. Ante una posible deprescripción, se debería discutir con el paciente las distintas estrategias para la retirada de los tratamientos con este tipo de antiácidos y tener en cuenta sus preferencias.

Con el objetivo de sensibilizar a los profesionales sanitarios sobre el problema del sobreconsumo de los inhibidores del ácido estomacal y ayudarles a determinar cuándo utilizarlos, cuál seleccionar y en qué circunstancias y cómo deprescribirlos, las autoridades sanitarias de las distintas provincias llevan a cabo formaciones así como la elaboración de informes para promocionar el uso racional de medicamentos.

Conclusión

Los medicamentos inhibidores de producción de ácido estomacal, incluyendo al Omeprazol, son la primera línea de actuación frente a problemas intestinales derivados de un desajuste de la producción de ácido estomacal. Hasta tal punto que en nuestro país se ha evidenciado el uso abusivo de este tipo de fármacos. De hecho, figuran como los fármacos más consumidos por la población, generando un importante gasto sanitario y un potencial riesgo para la salud.

Sin embargo, pese a su amplia experiencia de uso, no están exentos de efectos adversos, algunos de ellos graves, por lo que se hace necesario controlar su correcta prescripción y retirarlos cuando no estén realmente indicados. 

Cada paciente reacciona de una forma a los fármacos y sustancias químicas. Por ello, los médicos deben evaluar si los beneficios superan a los riesgos antes de tomar un medicamento. Esta decisión va a depender de muchos factores: un adecuado conocimiento clínico del paciente, de la enfermedad, de su historial; pero también del fármaco y de sus posibles efectos adversos.

Llama la atención cómo el uso de ciertos medicamentos genera incertidumbre entre los pacientes, mientras que una parte de la población se automedica, ignorando los riesgos que ello conlleva.

Artículo editado por Equipo de Microbacterium

Bibliografía

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