Las infraestructuras verdes urbanas como los parques o jardines se han convertido en un recurso vital para los habitantes de la ciudad. Ofrecen un refugio para el bienestar físico y mental, además de proporcionar un lugar para la recreación y el descanso. Además, las infraestructuras verdes pueden transformar la vida urbana, ya que, si vemos más allá de su belleza estética, estos espacios pueden mejorar la calidad del aire, regular la temperatura, reducir la contaminación acústica e incluso mejorar la biodiversidad.
Índice de contenido:
¿Qué entendemos por infraestructura verde?
La infraestructura o estructura verde urbana es un sistema interconectado de zonas naturales y seminaturales, junto con otros elementos ambientales, diseñado para mejorar el medio ambiente y la calidad de vida. Algunas estructuras verdes urbanas son los parques arbolados, huertos urbanos, hileras de árboles en las calles, jardines, techos y paredes verdes o incluso bosques periurbanos.
Beneficios
Las infraestructuras verdes urbanas nos ofrecen beneficios de varios tipos, los dividiremos en tres categorías: Salud y bienestar de los habitantes, cohesión social entre los ciudadanos y beneficios medioambientales.
Salud y bienestar
Se han realizado múltiples estudios sobre cómo los entornos naturales influyen en nuestra salud y bienestar. Para verlos más detenidamente los dividiremos en tres tipos de efectos: psicológicos, cognitivos y fisiológicos.
Efectos psicológicos
Las actividades en entornos naturales, como la jardinería y la observación de vida silvestre, han demostrado mejorar significativamente el bienestar psicológico. En el caso de los niños, diversas investigaciones han evidenciado que el contacto directo con la naturaleza a través de actividades escolares tiene un impacto positivo en su autoestima y salud mental. Además, hay pruebas de que las interacciones tempranas con la naturaleza pueden moldear actitudes a lo largo de la vida. Los niños que crecen en áreas urbanas sin acceso a infraestructuras verdes carecen de experiencias clave con la naturaleza, lo que podría hacerlos menos propensos a valorar y apoyar iniciativas de conservación en la adultez.
Por otro lado, el bienestar psicológico también se ve potenciado cuando el ejercicio físico se realiza en un entorno natural. Un estudio en el que se presentaron secuencias de imágenes de paisajes naturales y urbanos a participantes que corrían en una cinta demostró que el estado de ánimo y la autoestima mejoraron notablemente con la exposición a las imágenes naturales. Esto sugiere que el ejercicio en infraestructuras verdes urbanas o en la naturaleza ofrece mayores beneficios en comparación con el ejercicio en interiores.
Efectos cognitivos
Las infraestructuras verdes urbanas nos acercan a la naturaleza, que nos proporciona significativos beneficios cognitivos.
Las ciudades son entornos llenos de vida y estímulos que requieren de nuestra atención y pueden impactar negativamente en la función cognitiva, ya que esta sobreestimulación puede conducir una menor capacidad para concentrarse y realizar tareas cognitivas, además de fatiga mental. Hay evidencias de las infraestructuras verdes en las ciudades, como parques o arbolado urbano pueden favorecer la recuperación del rendimiento cognitivo y reducir la demanda atencional.
Otros estudios demuestran que las habilidades cognitivas pueden mejorarse después de una experiencia prolongada en la naturaleza, debido a sus propiedades restauradoras. Así como, tener vistas desde el hogar a entornos naturales aumenta la satisfacción y el bienestar asociado con la recuperación de la atención y la fatiga mental.
También se han realizado estudios de niños con Trastorno por Déficit de Atención (TDA), en los que se analizaba la relación entre las interacciones indirectas con la naturaleza y su capacidad de atención. Los padres de los niños completaban un cuestionario sobre el funcionamiento atencional de los mismos después de participar en actividades recreativas; Los resultados fueron significativamente positivos para los niños que hicieron actividades al aire libre en infraestructuras verdes, como parques. Además, la gravedad de los síntomas del TDA fue considerablemente menor después de jugar en entornos naturales.
Efectos fisiológicos
Como se ha mencionado anteriormente, las ciudades contienen factores estresantes, como las multitudes, el tráfico, la delincuencia o la sobreestimulación. Existe evidencia que indican que interactuar con la naturaleza pueden mitigar algunos de los efectos fisiológicos negativos causados por estos factores estresantes.
Los estudios revelan que exponerse de forma prolongada al ruido del tráfico de las áreas urbanas produce elevados niveles de estrés, lo que puede desencadenar en problemas graves como cardiopatías, hipertensión o fallos en el sistema inmunológico. Para mitigar el ruido, las ciudades deben tener infraestructuras verdes que mitigan la contaminación acústica, como se verá en los beneficios ambientales.
Un estudio realizado en Japón sobre el “shinrin yoku” o baños forestales, los cuales consisten en una visita corta y tranquila a un bosque. Indica que ciertas sustancias volátiles que desprenden los árboles, llamadas fitoncidas, son beneficiosas para nuestra salud, y que unidas a la disminución de las hormonas del estrés que se produce en los entornos naturales, pueden contribuir en cierta forma al aumento de la actividad de las células “Natural Killer” (NK), las cuales pueden matar células tumorales, liberando proteínas anticancerígenas. Por lo que, este estudio sugiere que los baños forestales podrían tener efectos preventivos en la generación y desarrollo del cáncer.
También se relaciona el fomento de la actividad física en las infraestructuras verdes urbanas, lo que conduce a menores tasas de sobrepeso, disminución del riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Otros estudios demuestran que los pacientes que se recuperaban de cirugías y tenían vistas desde su habitación a la naturaleza, ya sea un parque, arbolado o similares, requerían menos cantidad de analgésicos y disminuían la probabilidad de complicaciones postoperatorias, recuperándose más rápido que los pacientes sin vistas a un entorno natural.
Beneficios sociales
Las grandes ciudades, con su ritmo de vida acelerado y su planificación enfocada en la eficiencia y la alta densidad, a menudo conducen al aislamiento de las personas. Aunque la densidad urbana puede parecer propicia para la interacción social, en realidad tiende a disminuir la cohesión social al limitar los espacios y oportunidades para que las personas se conecten.
Las infraestructuras verdes urbanas, como parques, huertos comunitarios, y humedales artificiales, juegan un papel crucial en la recuperación de esta cohesión social perdida. Estos espacios no solo ofrecen un respiro del entorno construido, sino que también actúan como puntos de encuentro donde las personas pueden interactuar, colaborar y fortalecer los lazos comunitarios. Por ejemplo, proyectos con jardines comunitarios han demostrado que los participantes involucrados desarrollan un mayor deseo de trabajar en conjunto con su comunidad, lo que conduce a conexiones más fuertes y un sentido de apoyo mutuo.
Beneficios ambientales
La vegetación que aportan las infraestructuras verdes en las ciudades no solo cumple una función ornamental, sino que, al realizar sus funciones fisiológicas, como la fotosíntesis, actúa como un moderador esencial en el intercambio de aire, calor y humedad en el entorno urbano. Además, las infraestructuras verdes urbanas son una herramienta clave en la planificación de las ciudades, ya que pueden utilizarse para captar y filtrar las aguas pluviales de contaminantes, por ejemplo, a través de jardines de lluvia, o para mitigar el ruido mediante barreras acústicas vegetales.
Mejora de la calidad del aire
La vegetación en infraestructuras verdes urbanas no solo mejora la calidad del aire al filtrar partículas contaminantes como polvo, cenizas y humo, que son arrastradas por el viento y atrapadas en las hojas y ramas, sino que también desempeña un papel clave en la purificación del aire a través de la fotosíntesis y otras propiedades como la fitorremediación. Durante la fotosíntesis, las plantas absorben dióxido de carbono (CO2) y liberan oxígeno, ayudando a reducir la concentración de gases de efecto invernadero. Además, a través de la fitorremediación, las plantas pueden captar y neutralizar contaminantes químicos presentes en el aire y el suelo.
La vegetación de las infraestructuras verdes urbana se convierte en una herramienta fundamental en las ciudades actuando como un filtro natural y un regulador de los niveles de contaminantes en el aire, otorgándonos un ambiente más limpio y saludable.
Regulación de la temperatura
En las ciudades muy masificadas la temperatura es mayor que en los alrededores de la ciudad. Esto se conoce como efecto de isla de calor urbana, este efecto se incrementa en verano, de unos 4 a 6 grados centígrados y por la noche hasta 10 grados centígrados. Esto ocurre por diversos factores, por ejemplo, por la superficie impermeable de edificios, pavimiento y asfalto que absorben y retienen calor. Durante el día, acumulan radiación solar y por la noche liberan el calor almacenado, haciendo el efecto más intenso durante la noche.
Para contrarrestar el efecto de la isla de calor urbana, se han propuesto distintas técnicas de mitigación. Como el cambio de los materiales usados para construir los edificios o el pavimiento, usando, por ejemplo, pavimentos fríos. O la otra técnica de mitigación que nos atañe en este caso: Las infraestructuras verdes urbanas.
Podemos decir que el efecto de la isla de calor se divide en la temperatura de la superficie del suelo y la temperatura superficie del aire terrestre. Los parques y demás espacios verdes gracias a su superficie permeable y la vegetación que poseen hacen que estas dos temperaturas sean menores en comparación al resto de áreas urbanas. Esta disminución en las temperaturas de suelo y aire se conoce como isla de frío urbano, la intensidad y extensión del enfriamiento dependerá de las características del espacio verde y de su entorno urbano.
También el arbolado urbano y zonas ajardinadas en las calles compensan los valores de temperatura y de humedad. La sombra de los árboles y arbustos más grandes proyectan sombra sobre el pavimiento urbano, impidiéndole absorber las radiaciones solares que, por la noche proyectará en forma de calor. También, el follaje absorbe emisiones de onda corta que se convertirían en rayos infrarrojos al tocar el suelo.
Los árboles al liberar vapor de agua a través de sus hojas, aumentan la cantidad de humedad en el aire. Al mismo tiempo, cuando ese vapor se evapora, absorbe calor del ambiente, lo que ayuda a refrescar las áreas cercanas. En calles con árboles, la humedad puede ser hasta un 10% mayor que en otras áreas.
Por lo que, no debemos olvidar la vegetación de baja altura, que aunque no proyecta sombra, también participa en la disminución de la temperatura ambiente, mediante la evaporación y eliminación de reflexión de rayos solares.
Reducción del viento
Aunque los árboles y vegetación densa no detienen desastres naturales, su presencia aminora la velocidad de las corrientes de aire y tormentas, disipando su potencia. Además, dependiendo del diseño y la disposición de la vegetación, las corrientes de viento pueden ser canalizadas o desviadas, favoreciendo la ventilación natural en ciertos espacios.
Reducción de la contaminación acústica
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el nivel máximo de ruido permitido en exteriores durante el día debe ser de 55 decibelios , mientras que por la noche, el límite desciende a 40 decibelios para garantizar un ambiente saludable. El principal generador de ruido en las ciudades es el tráfico, que se agrava en calles estrechas con edificios densamente distribuidos, ya que las ondas sonoras se reflejan y amplifican.
Aquí es donde entran en juego las infraestructuras verdes, como los árboles que bordean las calles. Estos funcionan como barreras acústicas, reduciendo el impacto del sonido en áreas urbanas, como calles, parques e incluso zonas industriales. Dependiendo de la cantidad y tipo de vegetación, la reducción del ruido puede variar de 1,5 hasta 30 decibelios.
Además, los árboles no solo bloquean físicamente el sonido, sino que los sonidos naturales que generan, como el susurro de las hojas o el canto de las aves, ayudan a enmascarar el ruido urbano. Esto hace que la contaminación acústica sea más tolerable para los habitantes de la ciudad.
Gestión del agua
Las infraestructuras verdes urbanas, como jardines de lluvia, techos verdes y superficies permeables, ofrecen una solución sostenible para la gestión del agua de lluvia y tormentas, sobre todo en ciudades donde hay pocas precipitaciones y pueden ser torrenciales. Con este tipo de infraestructuras no solo se mejora la captación y el manejo de las aguas pluviales, reduciendo la carga de los sistemas de alcantarillado, sino que también facilita la recarga de los acuíferos.
Algunas infraestructuras que gestionan el agua de lluvia pueden ser:
- Jardines de lluvia: Son áreas vegetadas que permiten la infiltración del agua de lluvia directamente en el suelo, evitando que se acumule en las calles y se sobrecargue el sistema de drenaje. Podemos decir que son como pequeños depósitos que capturan el agua y permiten que se filtre lentamente al subsuelo, recargando los acuíferos y reduciendo la escorrentía superficial.
- Superficies permeables: Suelos cubiertos con vegetación, permiten que el agua de lluvia se infiltre directamente en el suelo, a diferencia de superficies impermeables como el asfalto. Esto disminuye el flujo hacia los sistemas de alcantarillado, reduciendo la posibilidad de inundaciones urbanas.
- Techos verdes: Estas estructuras, además de mejorar la calidad del aire y reducir el calor urbano, también capturan parte del agua de lluvia, lo que disminuye la cantidad que llega a los sistemas de alcantarillado.
Conservación de la biodiversidad
Las infraestructuras verdes urbanas tienen un papel clave en la conservación de la biodiversidad que existe en las ciudades, creando hábitats para múltiples especies, ya que de otro modo serían inhóspitas para la vida silvestre.
Los árboles en las ciudades actúan como refugio de aves, insectos y algunos pequeños mamíferos. Proporcionan sombra y sitios para anidar, además de servir como fuente de alimento, con sus flores y frutos. Esto crea “mini ecosistemas” que permiten la coexistencia de plantas y animales, que de otra forma no podrían sobrevivir en la ciudad.
Además, una buena planificación de las infraestructuras verdes, actuaría como corredor ecológico, conectando áreas fragmentadas de vegetación en la ciudad, permitiendo así, que las especies se desplacen y encuentren nuevos hábitats.
Conclusión
Las infraestructuras verdes en las ciudades son fundamentales para garantizar un entorno saludable y sostenible, especialmente en contextos urbanos cada vez más masificados. Estas infraestructuras no solo aportan beneficios medioambientales, sino que también influyen de manera significativa en la salud y el bienestar de los ciudadanos.
La planificación urbana debe incorporar de manera intrínseca estas infraestructuras verdes para garantizar un desarrollo equilibrado. Esto implica hacer una gestión sostenible evitando podas innecesarias, invirtiendo en sistemas de riego inteligentes, plantando especies autóctonas que se adapten a las condiciones de cada entorno y sobre todo colocando más espacios verdes, parques arbolados para el ocio, hileras de árboles en las calles con más tráfico para reducir ruidos, lagunas y humedales suburbanos para controlar inundaciones o como pretratamiento de aguas residuales, techos verdes para reducir el efecto isla de calor de las ciudades. Apostar por un urbanismo sostenible, que priorice estas infraestructuras, es fundamental para construir ciudades más habitables, resilientes y conectadas con la naturaleza.
Artículo editado por Equipo de Microbacterium
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