Los antioxidantes son esenciales para disfrutar de una esperanza de vida de calidad, «(…) crece la necesidad de prevenir las enfermedades asociadas [a la edad]» y debe prestarse interés a la protección proporcionada por los antioxidantes naturales, de acuerdo con Mosquera et al. (2007), Sabir y Rocha (2008) y Samarth et al. (2008), (citados por Jiménez et al., 2017). Cabe mencionar aquí que, según el Instituto Nacional de Estadística, la población española envejece (Compromiso Empresarial, 2018) y lo hace a más velocidad que otros países de la Unión Europea desde hace ya varios años (Abades y Rayón, 2012). Puesto que empezamos a envejecer desde jóvenes (30 años), combatir ese proceso es de interés general.
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Lo que los fabricantes de cremas antioxidantes no quieren que sepas
Por empezar planteando el problema como en matemáticas, debemos tener en cuenta que existe una teoría del envejecimiento por radicales libres que apunta a que nosotros/as envejecemos como consecuencia de que nuestras células envejecen. Y un claro responsable de ese envejecimiento celular es un tipo de estrés que sufren nuestras células (Lorenzo-Villegas, 2011). Este tipo de estrés se llama oxidativo porque se debe a unas moléculas muy oxidantes que se llaman radicales libres. De hecho, bien podríamos decir «oxidados» en vez de «envejecidos». El caso es que hay unas sustancias que se llaman antioxidantes porque nos protegen de esa «oxidación» y que se encuentran en cremas antioxidantes, pero también en frutas y verduras de temporada.
¿Qué son los radicales libres y los antioxidantes?
Los radicales libres son moléculas o átomos que atacan continuamente a nuestras células y así hacen envejecer a nuestro organismo (una piel que se va arrugando como la de una pasa, un cerebro que se va volviendo más lento que el de una tortuga boba o un cuero cabelludo que se acaba quedando más calvo que esa tortuga). Si alguien está pensando en culpar a los radicales libres del gusto por pasearse alrededor de una obra con las manos a la espalda debe saber que la ciencia no ha demostrado esa relación, aún.
En cualquier caso, debemos combatir ese envejecimiento oxidativo porque tener células «oxidadas» conlleva a un organismo completo «oxidado», y eso podemos hacerlo con antioxidantes. De hecho, estas sustancias químicas están destinadas a recibir el golpe oxidativo de los radicales libres para que no lo reciban nuestras células, por lo que podríamos considerar a los antioxidantes como agentes suicidas que se sacrifican para proteger a nuestras células.
El caso es que nuestro propio organismo produce radicales libres, pero que nadie se alarme, puesto que nuestras células producen también sus propias defensas antioxidantes (tales como la catalasa, una proteína que protege a nuestras heridas de la oxidante agua oxigenada, esa protección rompe el agua oxigenada y produce el típico burbujeo o efervescencia en la herida). De hecho, el estado oxidativo de nuestro cuerpo depende del equilibrio entre oxidantes y antioxidantes, y podemos considerar estos últimos como una forma importante de «prevenir el envejecimiento» y de «mejorar la calidad de vida» (León Regal et al., 2018),
Es decir, podemos ser partícipes de garantizarnos una mayor calidad de vida futura. Y también de una mayor calidad de vida presente si tenemos en cuenta que nuestro estado de oxidación se relaciona con la aparición de enfermedades crónicas (Viada Pupo, Gómez Robles y Campaña Marrero, 2017).
¿Qué podemos hacer contra ese envejecimiento por oxidación?
Dentro de las medidas que los pobres mortales podemos llevar a cabo rutinariamente para conseguir esa mayor calidad de vida están limitar las fuentes de radicales libres oxidantes (tabaco, bebidas alcohólicas destiladas) y aumentar las fuentes de antioxidantes, tales como alimentos con vitaminas C y E, «frijoles (isoflavonas), cítricos (flavonoides), cebolla (quercetina) y aceitunas (polifenoles) (…) [y] (…) algunos antioxidantes fenólicos en el café, vino tinto y té» (León Regal et al., 2018).
En este sentido, podemos considerar las vitaminas antioxidantes C y E como «garantía de calidad para nuestro organismo» y apuntar al consumo de frutas y verduras de temporada. Y también debemos considerar lo que hacemos en la cocina, porque la tecnología culinaria puede afectar al contenido en antioxidantes de los alimentos. Por ejemplo, la vitamina C «es muy sensible a determinadas tecnologías culinarias, especialmente a aquellas que incluyan calor o modificación del pH» (Lorenzo-Villegas, 2011, p. 22-25).
Conclusión
Para luchar contra el envejecimiento de nuestras células, tejidos y órganos por oxidación, basta con reponer nuestro organismo con antioxidantes. Sustancias químicas que pueden llegar a nuestra piel desde dentro, sea mediante frutas y verduras de temporada, o a través de suplementos dietéticos. Es importantísimo tener en cuenta que el aporte de antioxidantes debe ser continuo, porque estos «escudos» se desgastan en su «lucha» contra los oxidantes. Por tanto, no es malo usar cremas antienvejecimiento (que no son malas ni falsas), pero tampoco es necesario que nos dejemos la mitad del sueldo en ellas con tal de parecer más jóvenes que nuestros/as hijos/as (sea cual sea el sueldo, siempre hay una crema que cuesta la mitad).
Artículo editado por Domingo Acosta Gallego
Bibliografía
Abades, M. y Rayón, E. (2012). El envejecimiento en España: ¿un reto o problema social?. Gerokomos, Barcelona, 23(4). Recuperado de https://dx.doi.org/10.4321/S1134-928X2012000400002
Compromiso Empresarial (25 julio, 2018). El índice de envejecimiento en España alcanza su valor máximo el 120%. Recuperado de https://www.compromisoempresarial.com/tercersector/fundaciones/2018/07/el-indice-de-envejecimiento-en-espana-alcanza-su-valor-maximo-del-120/
Instituto Danés de Derechos Humanos (2022). La guía de los derechos humanos para los ODS. Recuperado de http://sdg.humanrights.dk/es/goals-and-targets
Jiménez, E.V., Tovar, J., Mosquera O.M. y Cardozo, F. (2017). Actividad Neuroprotectora de Solanum ovalifolium (SOLANACEAE) Contra la Toxicidad Inducida por Rotenona en Drosophila melanogaster”. Revista Facultad de Ciencias Básicas, 13(1), 26-34.
León Regal, M., Cedeño Morales, R., Rivero Morey, R.J., Rivero Monroy, J., García Pérez, D.L. y Bordón González, L. (2018). La teoría del estrés oxidativo como causa directa del envejecimiento celular. Medisur, Cienfuegos, 16(5), 699-710.
Lorenzo-Villegas D.L. (2011). Radicales libres y envejecimiento nervioso. Granada: Planetbuk.
Viada Pupo E., Gómez Robles L. y Campaña Marrero, I.R. (2017). Estrés oxidativo. Correo Científico Médico de Holguín, 21(1), 171-186.
Espacio para la divulgación científica.