En plena pandemia de COVID-19, queremos recordar otra gran pandemia, la del VIH, que asola el mundo desde que aparecieron los primeros casos conocidos hace unos 40 años.
En este artículo conoceremos un poco acerca más acerca de este interesante virus: su biología, las fases de la infección por VIH o que tratamientos existen actualmente.
¿Cómo es el virus del VIH?
El virus de la inmunodeficiencia humana adquirida (VIH) es un virus cuyo material genético esta constituido por dos cadenas idénticas de ARN (no es doble hebra, son cadenas separadas e idénticas). Estas cadenas están encerradas en una cápside viral en forma de cono, donde también se encuentran tres enzimas que son claves para desarrollar su ciclo vital.
Externamente, el virus consta de una envoltura consistente en una doble capa o bicapa lipídica. En su superficie se encuentran varias proteínas del huésped y glucoproteínas virales que son fundamentales para la actividad biológica del virus ya que aportan el sitio de interacción y fusión con las células diana.
¿Cómo es la infección por VIH?
La infección por el VIH comienza con la transmisión persona-persona del patógeno. Tres son las vías conocidas de transmisión: la vía sexual, el uso de sangre y hemoderivados contaminados y la transmisión del virus de la la madre al feto a través de la placenta, por contaminación en el canal del parto o a través de la lactancia. El contagio por vía sexual es el que predomina a nivel mundial.
Posteriormente, las proteínas de la envuelta del virus se unen a un receptor celular presente en la superficie de algunas células del sistema inmune como linfocitos T (células fundamentales para coordinar y desarrollar una respuesta inmune eficiente). Así, el virus consigue penetrar en el interior de estas células. A continuación, el material genético del virus se integra en el de la célula y se traduce en proteínas virales. Por último, todos los componentes del virus se ensamblan y se aproximan a la membrana plasmática celular, donde forman una verruga que acaba por desprenderse, proceso conocido como gemación. En cada célula infectada se ensamblan y liberan miles de viriones (virus hijos), aunque muchos están incompletos y no son infectivos.
¿Por qué debemos tratar la infección desde el principio?
Una vez el virus consigue entrar al organismo, la infección se diferencia en cuatro fases (algunos lo agrupan en tres). La primera fase es coincidente con la entrada del virus al huésped y se denomina fase de infección aguda retroviral. Se trata de una fase asintomática o con síntomas muy generales que suelen pasar desapercibidos como vómitos, diarrea o urticaria. Después, la infección progresa en una segunda fase donde puede haber inflamación de los ganglios linfáticos y una tercera en la cual se producen las primeras infecciones relacionadas con el debilitamiento del sistema inmune. Finalmente, la enfermedad desemboca en la destrucción gradual del sistema inmune. Esta fase se conoce como SIDA (síndrome de inmunodeficiencia humana adquirida).
El VIH es un virus que no cuenta con un tratamiento que permita la plena curación de la infección. Sin embargo, existe un tratamiento antirretroviral (TAR) que permite que los pacientes con VIH/SIDA vivan muchos años y con buena calidad de vida. Este tratamiento consiste en una combinación de varios de los fármacos existentes para el virus, por esta razón a veces se la denomina como terapia antirretroviral de alta actividad (TARGA). El motivo de la combinación de múltiples fármacos es que el VIH es un virus que desarrolla mutaciones rápidamente, haciéndose resistente a las terapias antirretrovirales, de manera que combinando fármacos se logra luchar con más efectividad contra el patógeno.
Sin tratamiento, la infección evoluciona muy rápidamente a SIDA y pone en serio peligro la vida del paciente. En los países desarrollados, los pacientes con VIH tienen buen acceso a estos tratamientos. Sin embargo, el problema principal ocurre en los países subdesarrollados, en donde un altísimo porcentaje de enfermos no tiene acceso a estos tratamiento. A este menor índice de tratamiento se le suma las mayores tasas de infección en estos países, desembocando en una alta tasa de mortalidad por VIH/SIDA.
¿Por qué se considera una pandemia mundial?
A la hora de evaluar la situación epidemiológica de una enfermedad, se utilizan términos como el de endemia, epidemia o pandemia. Con endemia definimos aquellas enfermedades infecciosas que ocurren de forma estacionaria en una población y afecta a un grupo de individuos o área determinada. Cuando una enfermedad ya se propaga rápida y activamente en un área geográfica determinada, hablamos de epidemia. Por último, hablamos de pandemia cuando la infección se propaga ya entre continentes y existe una transmisión comunitaria dentro del propio país, de forma que no es una infección importada.
En este último grupo se encuentra la infección por VIH/SIDA, que desde la aparición de los primeros casos conocidos en 1980 se ha extendido por todos los continentes, pero con grados de afectación distintos. Sus efectos han sido devastadores por su gran capacidad de propagación, su elevada letalidad y por afectar especialmente a adultos jóvenes. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) estimaba que en 2020 existían 37,7 millones de personas que vivían con el VIH en todo el mundo, mientras que solo 28,2 millones tenían acceso a la terapia antirretroviral en junio de 2021.
Este mismo programa estimaba que a lo largo del 2020 contrajeron el virus 1,5 millones de personas, de los cuales fallecieron por enfermedades relacionadas con el SIDA unas 680.000 personas. Se calcula que desde que comenzó la pandemia han fallecido en torno a unos 80 millones de personas.
¿Cuál es la situación en España?
En España, desde el inicio de la pandemia de VIH se han notificado aproximadamente unos 89.000 casos, alcanzando su cenit a mediados de los años 90. Desde entonces, la pandemia ha sufrido un progresivo declive hasta los últimos datos de 2020, cuando se notificaron unos 2000 casos. Estos datos representan una incidencia de 4,07 casos por cada 100.000 habitantes. La mayoría de los casos (un 83%), fueron por transmisión sexual. Sin embargo, hay que tener en cuenta que con la pandemia de COVID 19, estos datos aún se consideran provisionales y ciudades como Melilla no han podido comunicar sus datos.
Buscando el fin del estigma
Desde que se conocieron los primeros casos de pacientes infectados por el VIH hace 40 años, las personas con VIH han sido unos de los grupos más estigmatizados en la sociedad. Así, las poblaciones con mayor riesgo de infección enfrentan altos niveles de estigma debido, entre otras cosas, a su género, orientación sexual, identidad de género o uso de drogas. Estos actos de discriminación tienen lugar en todos los sectores de la población y se ven reforzados, en muchas ocasiones, por leyes y políticas discriminatorias vigentes en algunos países que fomentan la violencia y marginación.
El estigma y el rechazo asociado al VIH tiene que ver con la percepción de que esta enfermedad es una amenaza para las personas y para la propia sociedad. Este estigma y discriminación influye sobre la propia infección, pues desaniman al paciente a acceder a los servicios de atención sanitaria, incluidos métodos de prevención del VIH, conocer su estado serológico respecto del VIH, someterse a atención médica o a seguir un tratamiento.
Por esta razón, los países y organizaciones responsables deben concentrar sus esfuerzos en educar a la población sobre el VIH/SIDA. Esto incluye medidas para la prevención de la enfermedad y difundir una imagen positiva sobre los portadores, mostrando la mejora en la calidad de vida de las personas que acceden al tratamiento de manera oportuna. Además, la capacitación del personal sanitario debería incluir no solo los aspectos técnico relacionados con la enfermedad, sino también los aspectos éticos de la atención, fomentando el respeto a los derechos del paciente.
Datos esperanzadores ¿Podrían ser el fin de la pandemia?
En los últimos años han habido algunos avances en la lucha contra el VIH que hacen albergar esperanzas de que pueda detenerse definitivamente su diseminación y de que la pandemia entre en fase de declive. Se ha demostrado que el tratamiento antirretroviral de los pacientes infectados reduce drásticamente la transmisión de la infección, ha aumentado la cobertura terapéutica a nivel mundial y su incidencia se está reduciendo. Al mismo tiempo se están investigando activamente diferentes estrategias para la curación. Entre estas, se encuentran las encaminadas a inducir resistencia celular a la infección mediante terapia génica o los nuevos tratamientos preexposición y postexposición con fármacos antirretrovirales en personas con riesgo elevado de infectarse.
En los últimos años se han documentado tres casos de curación muy similares, el primer caso es el conocido como ‘paciente de Berlín‘ y tuvo lugar en el año 2009. Se trataba de un paciente que estaba infectado por el virus y fue tratado de una leucemia mediante quimioterapia y un trasplante de progenitores hematopoyéticos de un donante con una rara mutación. Años más tarde, en 2016, este hecho volvió a ocurrir en el llamado ‘paciente de Londres‘. En este caso recibió un trasplante de células madre para el tratamiento de un linfoma de un donante con la misma mutación que en el caso anterior.
Recientemente (en febrero de 2022), se produjo el tercer caso de curación en la llamada ‘paciente de Nueva York‘, quien recibió un trasplante de células madre para el tratamiento de una leucemia. La particularidad de este tercer caso es que las células procedían de cordón umbilical, mientras que las otras eran células adultas de medula ósea. Como consecuencia, esta última paciente no desarrolló efectos secundarios graves, como sí ocurrió con los dos primeros casos.
Estos casos de curación son, sin embargo, muy excepcionales y las esperanzas están puestas sobre los nuevos tratamientos pre y postexposición y el proyecto de varias vacunas que ya inician la fase III de estudio. En cualquier caso, aún falta un largo camino para pensar en el fin de esta pandemia.
Conclusión
El virus de la inmunodeficiencia humana es un patógeno con una gran complejidad y que usa elaborados mecanismos para propagarse, esconderse y resistir a los distintos tratamientos existentes. Por este motivo, a pesar de ser un virus conocido hace 40 años, no se encuentran tratamientos ni vacunas que sean capaces de eliminarlo del organismo o de prevenir su infección.
Las características sociales, culturales y económicas juegan un papel importante en el curso y en las características que adopta la pandemia. La introducción del VIH en cada lugar se ha
producido en distintos momentos y a través de distintos mecanismos de transmisión. Todo ello, junto con la capacidad de respuesta de cada país, está determinando la gran variedad de situaciones que configuran la pandemia de VIH/SIDA.
Artículo editado por Enric Rodríguez.
Bibliografía
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