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¿Cómo afecta la microbiota intestinal en las relaciones personales?

María Isabel Hernández

María Isabel Hernández

Bióloga y actual doctoranda en Biología Molecular y Biomedicina en el campo de la Neurociencia. Me apasiona escribir artículos de ciencia para que esta llegue más allá del laboratorio.

«Somos lo que comemos». Todos y todas hemos escuchado esta expresión alguna vez. Es esa típica expresión que nos recuerda a las madres, al menos en mi caso, cuando quieren referirse a que hay que comer sano para estar con energía y sentirse bien.

Pero, ¿hasta qué punto puede estar relacionado lo que comemos con nuestro estado de ánimo? Ese atracón de chocolate y helado tras una ruptura amorosa que tanto aparece en las comedias románticas tiene su explicación. Tu sistema nervioso te juega, lo que podría ser una mala pasada, y te incita a alimentarte de aquello que te va a provocar un pico de glucosa así como una liberación de hormonas de la felicidad.

Pero… aparte de esa sobredosis de dulce que puede ocurrir también en un momento de estrés, al igual que el estado anímico influye en lo que comemos, ¿podría influir el estado de tu organismo en cómo nos sentimos anímicamente? Y no sólo en si estamos más contentos o tristes tras comer chocolate, ¿podrían las bacterias de tu cuerpo, en este caso el intestino, influir en cómo percibes el mundo y te desenvuelves en él psicológicamente hablando? Pues diversos estudios recientes indican que podría ser que sí.

¿Qué es la microbiota?

Todo nuestro cuerpo está repleto de millones de microorganismos que nos colonizan la piel, las mucosas, la boca, los genitales, y entre un largo etcétera, el intestino. La relación entre estos microorganismos y nuestro cuerpo es simbiótica, es decir, cada parte de ser vivo tiene un beneficio de dicha relación. Estos microorganismos, principalmente bacterias, colonizan nuestro organismo desde el vientre materno, pero fundamentalmente desde el momento del nacimiento, especialmente si éste es por vía vaginal. 

Este conjunto de microorganismos residentes en una zona concreta, llamado microbiota, se va desarrollando a medida que avanza la vida y cambia en función del estilo de vida. Un desequilibrio en la microbiota que provoque una mayor proporción de bacterias dañinas puede provocar enfermedad en el organismo.

Esto es debido a que la microbiota tiene función protectora frente a otras bacterias patógenas. Al ocupar ellas ese nicho, impiden que otras ataquen, y tienen además función de regular el sistema inmune impidiendo la autoinmunidad. En cuanto a la microbiota intestinal, se ha demostrado que su papel es fundamental para la digestión de muchos de los alimentos que comemos, así como para la regulación de neurotransmisores intestinales que son necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. Al conjunto de microorganismos, sus genes y sus metabolitos en un nicho ecológico, en este caso todo el cuerpo humano, se les llama microbioma.

microbiota intestinal
Imagen 1. nfografía sobre el microbioma humano. Fuente: NutriBiótica Copyright ©

Microbiota intestinal

Una de las microbiotas más variadas, más estudiada y con más influencia en el resto del organismo es la microbiota intestinal. Diferentes estudios a lo largo de los últimos años han demostrado la importancia de esos microorganismos en la forma de digerir los alimentos y en cómo la presencia de unos u otros, benefician o dañan nuestro sistema inmunitario. En un análisis de humanos y 59 especies de mamíferos adicionales, las secuencias de ARN ribosómico (resultado de la transcripción de un gen) agruparon a carnívoros, omnívoros y herbívoros en un espaciado de coordenadas principal, lo que muestra que las estructuras comunitarias difieren según las dietas.

La microbiota intestinal también parece desempeñar un papel importante en la obesidad. Los ratones libres de gérmenes que reciben un trasplante de microbiota intestinal de ratones convencionales muestran un aumento de la adiposidad sin aumentar la ingesta de alimentos; esto se atribuye a una mayor extracción de energía de la dieta y a una mayor deposición de energía en los adipocitos del huésped.

El eje intestino-cerebro que describe cómo se regulan ambos entre sí es todo un campo de nuevas investigaciones. Recientemente, distintos investigadores han descrito que además podría influir en el desarrollo de la depresión o ansiedad.

Figura 1: Número anual de publicaciones sobre el microbiota intestinal en relación con la salud mental en la CAS Content Collection en el periodo 2000-2021. Fuente: CAS Content.

Microbiota intestinal y cerebro: influencia en las relaciones personales

La importancia científica de la relación que mantienen la microbiota intestinal con las enfermedades como diabetes, obesidad o autoinmunidad, llevan tiempo con interés social. Por su parte, la repercusión social que ha cobrado la salud mental ha conllevado que la comunidad científica se plantee si la microbiota intestinal podría ejercer una función vital a la hora de encontrar tratamientos para las enfermedades neurodegenerativas, metabólicas y psiquiátricas.

En el caso del cerebro, en 2019 se publicaba el primer estudio en humanos en el que se describía el rol del microbioma en la salud mental a nivel de población. Yolanda Sanz y su equipo (laboratorio del IATA-CSIC), en 2020 patentó la bacteria Christensenella minuta, presente en el intestino de individuos sanos, que se podría utilizar para prevenir o tratar los trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad. La patente fue licenciada a LNC Therapeutics, una empresa biotecnológica francesa especializada en la investigación y desarrollo de medicamentos en el área del microbioma intestinal.

 “En los primeros ensayos observamos que la especie Christensenella minuta era una buena productora de serotonina in vitro; este fue un hallazgo interesante porque este neurotransmisor está en bajas concentraciones en los sujetos que sufren depresión y en los que padecen estrés, que es un factor de riesgo para el desarrollo de la depresión; y desempeña una función crucial en la regulación de las emociones. Además, ejerce una función importante en la capacidad cognitiva”, indica Sanz en unas preguntas que le realizaron para el CSIC.

La comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro se basa en la conexión de redes endocrinas, inmunitarias y neurales que sirven de canal conductor para transportar la información sobre el estado de las funciones de diversos órganos y el estado de salud. 

Un equipo de investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo inoculó materia fecal de humanos con fobia social a ratones machos para comprobar si podía causar cambios en el miedo social, sociabilidad, cognición social y conductas de superación de estrés, además de tránsito y motilidad intestinal en los ratones receptores. El resultado fue que los ratones que recibieron materia fecal de humanos con fobia social no mostraron cambios en sus conductas de ansiedad o depresión.

Tampoco mostraron alteraciones significativas en hormonas prosociales como la oxitocina o antiinflamatorias como las citosinas que pudieran influir en su comportamiento frente a los congéneres, pero sí mostraron una mayor sensibilidad específicamente al miedo social, todo ello comprobado mediante pruebas de condicionamiento clásico pavloviano.

Sanz explica que los microorganismos del intestino y los metabolitos que se generan a partir de la digestión de los alimentos (neurotransmisores o sus precursores, ácidos grasos de cadena corta, etc.), son parte de los estímulos biológicos y químicos que intervienen en estas rutas de señalización y que pueden modificar funciones esenciales, como la respuesta endocrina al estrés (producción de cortisol), la respuesta inmunitaria (producción de proteínas pro- o anti- inflamatorias) y las emociones y comportamiento ante una situación de estrés o un trauma.

Concretamente, lo que observó el equipo de Mireia Vallès-Colomer es una predominancia, a nivel del microbioma intestinal, de las bacterias Coprococcus y Dialister en personas con mayor calidad de vida. En cambio, la presencia de Bacteroides de enterotipo 2 se relacionó con depresión y una salud mental de peor calidad. Nombrando otras bacterias, Bifidobacterium Infantis aumenta los niveles de triptófano y, por tanto, la producción de serotonina. Lactobacillus Rhamnosus incrementa la expresión de GABA y reduce los niveles de cortisol inducido por estrés o ansiedad. Bifidobacterium Longun alivia el estrés y disminuye la depresión.

Se ha comprobado tanto en estudios con animales como en humanos que el número de bacterias Firmicutes disminuye en los cuadros de ansiedad, mientras que prolifera la población de Bacteridetes y Fusobacterias. En el contexto de la depresión, PrevotellaKlebsiella y Clostridium son los géneros más asociados con la microbiota intestinal.

Es un hecho de que nos encontramos en un momento en el que la salud mental está en boca de todos. Un informe publicado en 2023 reveló que un 17 % de los jóvenes universitarios españoles tomaban medicamentos para paliar la ansiedad o los síntomas depresivos que sufrían. Si bien es cierto que diversos estudios relacionan el consumo de ultraprocesados con disbiosis intestinal, ahora, esa disbiosis intestinal por una mala alimentación podría también estar relacionada con problemas mentales.

Conclusión

La composición del microbioma humano y cómo éste regula las funciones vitales está tomando protagonismo en la investigación. El desarrollo de patologías como la diabetes o colon irritable, a consecuencia de una disbiosis intestinal, están descritos en función de qué bacterias beneficiosas predominan en la microbiota intestinal o cuáles no tan buenas están presentes.

Dando un paso más allá, recientes y diversos estudios demuestran que la composición de nuestra microbiota intestinal está relacionada con cuadros psicológicos concretos como podrían ser la tan nombrada depresión y ansiedad.

Los neurotransmisores del eje intestino-cerebro cambian en función de la dieta, el estrés o el estilo de vida en general, provocando que una mayor o menor cantidad de sustancias de la felicidad estén en nuestro cerebro.

Artículo editado por Equipo de Microbacterium

Bibliografía

Luke K Ursell, Jessica L Metcalf, Laura Wegener Parfrey, Rob Knight, Defining the human microbiome, Nutrition Reviews, Volume 70, https://doi.org/10.1111/j.1753-4887.2012.00493.x

https://www.cmed.es/actualidad/que-es-la-microbiota-que-funciones-tiene-como-mantener-la-microbiota-sana_840.html

https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/la-conexion-entre-el-intestino-y-el-cerebro-puede-proteger-la-salud-mental

https://www.cas.org/es-es/resources/cas-insights/emerging-science/how-your-gut-microbiome-linked-depression-and-anxiety

https://theconversation.com/hay-una-estrecha-relacion-entre-la-microbiota-y-el-deterioro-de-la-salud-mental-219835

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