La ciencia ciudadana se ha convertido en una poderosa herramienta para la sociedad, haciendo partícipes a los ciudadanos en la generación de conocimiento científico. Recolección de datos relacionados con la calidad del aire y el nivel de ruido en las ciudades, con la migración de aves o con la contaminación de suelos y aguas, son solo algunos ejemplos de cómo las personas pueden participar en esta práctica.

El conocimiento generado mediante ciencia ciudadana escapa del laboratorio, y puede tener aplicaciones en la política y la justicia. Tal es el caso de un grupo de científicos ciudadanos, que utilizando los datos recolectados como evidencia, lograron ganar un juicio por la contaminación de sus aguas.

¿Qué es la ciencia ciudadana?

Cuando hablamos de ciencia ciudadana, nos referimos a la actividad científica que busca generar nuevo conocimiento con la participación voluntaria de las y los ciudadanos, quienes pueden involucrarse en diferentes niveles del proceso científico, desde el diseño de hipótesis, hasta la recolección de datos, el análisis o la difusión de los resultados.

Cualquier persona, sin necesariamente poseer formación científica, puede aportar su tiempo y recursos para alcanzar resultados científicos que tengan utilidad social. Proyectos relacionados con alertas tempranas (especies invasoras, inundaciones, incendios forestales), así como los relacionados con salud pública y contaminación, tienen importantes impactos sociales.

La participación de la ciudadanía en ciencia no es algo nuevo, pues desde hace siglos lleva practicándose a través de la aportación de observaciones y datos por personas aficionadas, como ocurrió especialmente en el campo de la naturaleza; por ejemplo, en Botánica y Ornitología.

Actualmente, la mayoría de las publicaciones científicas de ciencia ciudadana, pertenecen al área de Ecología y Ciencias Ambientales, seguidas por el área de Conservación de la Biodiversidad y luego por Zoología. Desde 2010 se ha producido un gran aumento de los artículos científicos que mencionan la ciencia ciudadana como metodología en sus estudios.

El conocimiento creado por esta práctica puede tener aplicaciones al margen de la ciencia, como es la resolución de problemas sociales, económicos, locales, de salud o medioambientales. Un caso particular de los datos recogidos mediante ciencia ciudadana, es su uso como evidencia en litigios por infracciones ambientales.

Un ejemplo de empoderamiento: el caso Formosa Plastics

En junio de 2019 se emitió una decisión judicial histórica en Texas, en la que un juez encontró a la empresa petroquímica Formosa Plastics Corporation responsable de violar la Ley de Agua Limpia de Estados Unidos, debido a la descarga de plástico en las aguas locales.

El caso fue iniciado por residentes locales y pescadores organizados bajo el grupo San Antonio Bay Estuarine Waterkeeper. Los demandantes basaron sus reclamos principalmente en evidencia recopilada por los ciudadanos de manera voluntaria: 12.000 muestras audiovisuales entre fotos y videos, y 2.428 muestras de gránulos, escamas y polvos plásticos, almacenados en bolsas de cierre hermético y en botellas.

Las muestras se recolectaron a lo largo de 500 días, patrullando en kayak las vías fluviales cerca de Formosa Plastics, en la Bahía de Lavaca. Los voluntarios aprendieron a identificar los desechos plásticos, distinguirlos de otros materiales que se encuentran en el agua y documentarlos. Cuando se recopilaban los pequeños plásticos, las fotos o los videos, también se registraba la fecha, el lugar y las condiciones del viento.

Este plan preciso y estructurado de recopilación de datos podría calificarse como ciencia ciudadana y, más específicamente, como “citizen sensing. Es decir, el monitoreo de variables ambientales por parte de los ciudadanos con el fin de evidenciar problemas de distinta índole.

El fallo del juez dispuso un pago de 50 millones dólares por parte de la empresa Formosa Plastics, en concepto de mitigación de daños. Esta compensación se utiliza para financiar diferentes proyectos de revitalización de recursos marinos, playas públicas y vías fluviales, los cuales se vieron afectados por la descarga ilegal de gránulos de plástico durante años.

Si bien la evidencia recopilada por los ciudadanos en el caso Formosa Plastics fue clave para probar la magnitud de las violaciones, el tribunal basó su decisión en una combinación de evidencia, que incluía además, testimonios de expertos, testimonios de terceros y auditorías a la empresa, entre otras.

El potencial de la ciencia ciudadana para influir en política y justicia

Tanto en Europa como en Estados Unidos, existen proyectos de investigación centrados en estudiar la capacidad que tiene la ciencia ciudadana para generar evidencia en litigios de justicia ambiental, así como para influir en las decisiones políticas.

El Law and Policy Working Group, perteneciente a la Citizen Science Association, busca mejorar la comprensión del impacto que pueden tener los científicos ciudadanos en las decisiones políticas, regulatorias, y en la aplicación de las leyes.

Este equipo realiza seminarios y conferencias donde abordan diversos temas, como por ejemplo los riesgos de depender del trabajo voluntario (¿hasta dónde la ciencia ciudadana llena el vacío de una falta de fondo público para la investigación?); o la dicotomía entre ‘activismo’ y ‘neutralidad‘. Muchos científicos descreen de la ciencia dirigida por activistas ambientales, aunque la ciencia respaldada por la industria también tiene su agenda. No obstante, una ciencia “sin valores” plantea un dilema para la investigación basada en la comunidad.

Por otra parte, el proyecto Sensing for Justice, coordinado por The European Comission Joint Research Centre, investiga el potencial del monitoreo ambiental impulsado por la ciudadanía, es decir, citizen sensing, como fuente de evidencia en litigios de justicia ambiental y como herramienta para la mediación ambiental en entornos extrajudiciales. Analizan casos de estudio tanto en Europa, como en América Latina, Asia y África.

Conclusión

La ciencia ciudadana tiene el potencial de generar un gran impacto en la sociedad. Se nutre de ella y, a su vez, la nutre. Se enfrenta a problemas reales y relevantes que la sociedad se plantea, al mismo tiempo que posibilita una ciencia mas inclusiva, participativa y democrática.

Los datos recogidos por científicos ciudadanos tienen el potencial para probar irregularidades ambientales. De esta forma, la ciencia ciudadana puede ser una poderosa herramienta para que la sociedad defienda sus derechos, proteja su entorno y luche por un mundo más justo.

Artículo editado por Equipo de Microbacterium

Bibliografía

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Sensing for Justice – Citizen Sensing as a source of evidence in environmental justice litigation and as a tool for environmental mediation sensingforjustice.webnode.it/

Law and Policy Working Group citizenscience.org/get-involved/working-groups/law-policy/