Introducción
El actual sistema educativo se caracteriza por una excesiva especialización, por la cual los adolescentes, desde muy temprano, tienen la obligación de escoger entre la rama científica o humanitaria. Esta decisión nos ha ido haciendo creer de manera inconsciente, que ser de ciencias es totalmente incompatible con ser de letras, y viceversa. No obstante, desde el ámbito profesional cada vez se demandan más competencias y conocimientos transversales, en los cuales una misma persona no solo debe saber de su carrera de formación, sino ser capaz de defenderse en diferentes áreas.
Las ramas de conocimiento no son independientes unas de otras, sino que están perfectamente conectadas para que la unión de las diferentes tecnologías y estudios que van desarrollando puedan completar nuestro saber de cada una de ellas. Aunque la biología es una disciplina dentro del área de las ciencias naturales, ha aportado a las humanidades numerosos estudios que nos ayudan a conocer de una manera más completa nuestro pasado.
Las dos culturas
“La división entre ciencias y letras nos lleva a un reduccionismo que nos empobrece”. Con esta frase el médico y escritor Paco Tarazona (2021, pag 124), presentaba su novela “En busca del Papo”, criticando lo que Percy Snow (1959) dio a conocer como “las dos culturas”, la separación de las ciencias y las letras.
Desde nuestra adolescencia, hemos crecido pensando que ser “de ciencias o de letras” era una decisión similar a la de ser del Real Madrid o del Barcelona, de tortilla con o sin cebolla o la pizza con o sin piña. Y por este motivo, todos los estudiantes de ciencias (o al menos el 99,9% de nosotros) hemos detestado en mayor o menor medida las clases de Lengua y Literatura, Filosofía o Historia durante nuestra formación.
Las políticas educativas han ido, por lo general, haciendo más grande aún la brecha ya existente en el sistema educativo entre las dos culturas de Percy Snow. Son muchos ejemplos los que se podrían ir dando, destacando, entre muchos otros, la eliminación de la obligatoriedad de cursar Filosofía en el alumnado de ciencias tras la implantación de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) en 2013.
Sin embargo, cada vez resulta más evidente que esta separación únicamente lleva a un empobrecimiento de nuestras competencias profesionales y personales, tal y como han ido defendiendo a lo largo de los años instituciones como la UNESCO o pensadores como John Brockman. Brockman (1996) en su libro The Third Culture hace mención a la existencia de una cultura adicional a las planteadas por Snow, cultura que tiene que tratar de superar esta división entre las ciencias y las letras.
Biología y humanidades
Para empezar, vamos a analizar qué se define cómo humanidades y biología en la RAE (Real Academia Española):
- Humanidades: Conjunto de disciplinas que giran en torno al ser humano, como la literatura, la filosofía o la historia.
- Biología: Ciencia que trata de los seres vivos considerando su estructura, funcionamiento, evolución, distribución y relaciones.
Por lo tanto, la convergencia es clara, todo estudio sobre la historia del ser humano que aborde la biología contribuye al conocimiento de las humanidades. Toda persona cercana a la biología sabe que esta ciencia se caracteriza por poseer gran cantidad de áreas. Una de ellas es la Antropología Física. Esta disciplina se encarga del estudio de la evolución y biodiversidad del ser humano desde una perspectiva biológica.
El origen de la Antropología Física data del siglo XVIII, en la Ilustración, momento en el que surge el interés del conocimiento del ser humano desde un punto de vista racional. Pensadores y científicos como Buffon o Blumenbach dan una perspectiva completamente naturalista al término antropología, alejándolo de un sentido filosófico. Por lo tanto, fue en la Ilustración, cuándo surgió esta nueva disciplina científica, cuyo principal objetivo es el estudio de la presente y pasada diversidad humana desde un punto de vista científico.
Aplicaciones de la biología en las humanidades
La Antropología Física, como disciplina de la biología tiene diferentes campos de estudio. Entre los más relevantes cabe destacar la antropología forense, la ecología humana, la genética humana y la evolución humana. Los descubrimientos realizados en cada uno de estos campos han ido ofreciendo un gran conocimiento de la historia del ser humano, completando en gran medida las investigaciones realizadas en las humanidades.
La Antropología Forense nos ha permitido incrementar los conocimientos de nuestra historia reciente. Por ejemplo, son varios los equipos interdisciplinares que se han ido formando para esclarecer los hechos ocurridos durante la Guerra Civil española entre los años 1936 y 1939. Mediante las numerosas exhumaciones que se han ido llevando a cabo para la recuperación de los restos óseos de antiguos soldados y represaliados se han podido realizar estimaciones más precisas del número de personas asesinadas por la dictadura Franquista, o bien de soldados muertos en las diferentes batallas que fueron aconteciendo entre 1936 y 1939 (Figura 1).
Por otro lado, la evolución humana es, sin duda alguna, una de las ramas que más apasionan a los estudiantes de biología. El estudio de los restos fósiles nos ha ido permitiendo conocer nuestros orígenes, así como nuestra relación con el resto de los primates. Los diferentes hallazgos fósiles que fueron realizando científicos de la talla de Charles Darwin o Louis Leakey probaron el parentesco del ser humano con el resto de los primates. El descubrimiento de la especie Australopithecus africanus por parte de Raymond Dart, o de Homo habilis (Figura 2) y Paranthropus boisei por parte de Mary y Louis Leakey nos han permitido conocer dónde y cuándo surgió nuestra especie.
Los diferentes avances en las metodologías para secuenciar el ADN han abierto un amplio abanico de nuevas tecnologías para conocer mejor nuestra historia mediante el estudio de la genética humana. El estudio de los restos fósiles tiene sus limitaciones. Los fósiles, por procesos de erosión y abrasión del agua, viento, hielo, presiones de la tierra… acaban destruyéndose, por lo que encontrar un resto fósil acaba siendo un fenómeno extraordinario. No obstante, lamentablemente, el estado en el que se acaban recuperando los fósiles nos aporta una información muy residual del que podría aportar millones de años atrás.
Sin embargo, las nuevas técnicas para recuperar, extraer y analizar el genoma de nuestros antepasados nos han ido revelando nuevos conocimientos muy aprovechables para las humanidades. En el año 2016, la prestigiosa revista Science and Society publicó un artículo que demostraba el poco rigor científico que tiene el uso del término raza en la especie humana (Yudell, 2016). Los diferentes análisis genéticos que se han ido llevando a cabo en el estudio de nuestra diversidad humana han demostrado cómo las razas que, coloquialmente usamos para describir nuestra diversidad, no existen.
La secuenciación del genoma humano en el año 2003, llevado a cabo por el Proyecto Genoma Humano, no solo supuso un nuevo hito para la humanidad, sino que nos ha permitido conocer mucho mejor nuestra historia. Durante mucho tiempo, las humanidades han descrito al ser humano como un conjunto de poblaciones aisladas conectadas por un flujo residual. No obstante, el estudio de nuestra diversidad genética ha ido demostrando como todas estas poblaciones a lo largo de la historia han ido mezclándose. Las actuales poblaciones presentan una extraordinaria heterogeneidad, que nos obliga a rechazar el término raza para describir nuestra diversidad.
Finalmente, la Ecología Humana nos ha permitido conocer mejor procesos ligados a nuestra reproducción, nutrición, salud, demografía… mediante el estudio del ser humano y nuestra interacción con el medio ambiente. Durante muchos años, hemos creído que con la llegada, primero de la agricultura, y después, de la revolución industrial, nuestra salud se ha visto incrementada. No obstante, el estudio de la Ecología Humana nos ha mostrado cómo hemos estado engañados.
Si comparamos los «saludables hábitos de vida» que presenta un ciudadano de hoy en día de un país occidental en comparación con los de un cazador-recolector, probablemente nos llevemos muchas sorpresas. En primer lugar, nuestros sedentarios hábitos de vida han llevado a una descompensación total de las calorías que consumimos en comparación con las que gastamos que, por lo general, solo podemos paliar yendo al gimnasio o saliendo a correr. Los cazadores-recolectores no necesitaban esas actividades para gastar el exceso calórico, entonces, ¿qué estilo de vida es el más sano?
Los numerosos estudios realizados no han encontrado descompensaciones nutricionales en las poblaciones de cazadores-recolectores. La llegada de la agricultura y posterior industrialización originó unos déficit y excesos en las calorías ingeridas, en los niveles de proteínas y azúcares (por no hablar de los niveles de ciertas vitaminas que nos martirizan en cada análisis de sangre) que han llevado a numerosos estudios a concluir que, la agricultura e industrialización no hicieron otra cosa más que empeorar nuestra calidad de vida.
Conclusiones
Desde la Ilustración, el estudio del ser humano desde una perspectiva biológica ha ido completando e incrementando los conocimientos de nuestro pasado que han ido ofreciéndonos las humanidades. Las nuevas tecnologías para recuperar los nuevos restos fósiles o para extraer información de nuestro genoma son capaces de superar las limitaciones que han ido encontrando los diferentes estudios realizados en el área de las humanidades. La separación entre las ciencias y las letras es el principal escollo que tenemos para conocer mejor nuestro pasado. Los equipos interdisciplinares entre biólogos, historiadores, arqueólogos, físicos, químicos, antropólogos… en el futuro permitirán conocer nuestro pasado con una precisión nunca vista hasta ahora.
Referencias
- Brandt, G. et al. (2013). Ancient DNA reveals key stages in the formation of central european genetic diversity. Science, 257-261. https://doi.org/10.1126%2Fscience.1241844
- Brockman, J. (1996). Third Culture. Beyond the Scientific Revolution. Editorial Toucstone.
- Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa. Boletín Oficial del Estado, de 30 de diciembre de 2020. Recuperado de https://www.boe.es/buscar/pdf/2013/BOE-A-2013-12886-consolidado.pdf. Último acceso septiembre 2022.
- Martín López, E. (2020) ¿Ciencias o Letras? El correo. Recuperado de https://www.elcorreo.com/vivir/relaciones-humanas/ciencias-letras-humanidades-digitales-20200919092407-ntrc.html. Último acceso septiembre 2022.
- Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Recuperado de: https://dle.rae.es/. Último acceso septiembre 2022.
- Snow, PC. (1959). Las dos culturas. Buenos Aires, República Argentina. Editorial Nueva Visión.
- Tarazona, P. (2021). En busca del Papo. Editorial Letrame.
- Varea, C. y Tomás, R. (2014). Antropología Física: Aportaciones fundamentales y proyecciones como ciencia interdisciplinar. Comisión Docente de Antropología Fïsica. Dpto Biología. Universidad Autónoma de Madrid. Recuperado de: https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/678654/EM_48_5.pdf?sequence=1. Último. Último acceso septiembre 2022.
- Yudell, M. Roberts, D. DeSalle, R. y Tishkoff, S. (2016). Taking race out of human genetics. Science and Society, 351(6273), 564-565. https://doi.org/10.1126/science.aac4951