La visión que tenemos de las plantas es la de un ser vivo sésil (que no se pueden desplazar como los animales), indefenso e inofensivo, por lo que no nos parecen perjudiciales para el medioambiente o para nosotros. Sin embargo, al igual que en el caso de los animales, las plantas pueden llegar a ser invasoras.
Aunque quizás no lo creamos, las plantas invasoras son una de las mayores amenazas para la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas de todo el mundo, así como para la sociedad. La llegada y el establecimiento de estas especies se ha visto facilitada en las últimas décadas debido tanto a la creciente globalización y a los cambios ambientales como la aceleración del cambio climático.
Índice de contenido:
¿Qué es una planta invasora?
Una planta invasora, al contrario que las especies de plantas nativas o autóctonas, es aquella especie vegetal introducida (intencional o accidentalmente) en un área biogeográfica diferente a la de su origen. Este tipo de especie es capaz de adaptarse a la nueva región, reproducirse, formar poblaciones estables, volverse dominante (al propagarse fácil y rápidamente) y afectar al ecosistema que invade. Otra definición clasifica solo como invasoras a aquellas especies que presentan efectos perjudiciales para el medio ambiente, la salud humana o la economía (Fig. 1).
¿Cómo llegan las plantas a ser invasoras?
El primer paso para el proceso de invasión (Fig. 2) es el transporte (accidental o intencionadamente) de la planta desde su lugar de origen a una nueva zona de asentamiento. Después, esta se establecerá o no en la nueva región teniendo que competir por los recursos como el espacio y/o nutrientes e interactuar con las especies nativas. Si esta logra adaptarse puede ser que se expanda a otras zonas o se mantenga de forma más local. Finalmente, las que se mimetizan con el ambiente que las rodea no ejercerán un impacto en el medio, pero si al expandirse empiezan a desplazar a especies nativas o a alterar el nuevo ecosistema pasaran a ser invasoras.
Como no todas las plantas introducidas en nuevas regiones geográficas son capaces de conseguir la capacidad de ser invasoras, los científicos crearon varias hipótesis basadas en el proceso de invasión para intentar explicar el porqué de esta cuestión.
Una de las hipótesis más conocidas es la que explica que las plantas después de ser transportadas tienen que adaptarse al nuevo medio, a su clima, a la disponibilidad de nutrientes, agua y luz y también competir e interactuar con las especies nativas [hipótesis de la plasticidad fenotípica]. Además, normalmente cuando se introducen no encuentran a sus enemigos naturales (por ejemplo, insectos) [hipótesis de la liberación de enemigos] permitiéndoles tener, a priori, una ventaja en las nuevas regiones. Al carecer de sus enemigos, las plantas invertirán sus recursos en crecer y propagarse en vez de en protegerse de los ataques de los herbívoros [hipótesis de la evolución del aumento de la capacidad competitiva].
Sin embargo, aunque sus enemigos naturales no estén en estas zonas, existen estudios que indican que algunos herbívoros de las nuevas regiones pueden afectar a estas especies no nativas [hipótesis de la resistencia biótica]. Además, también puede ocurrir que algunos de sus enemigos naturales se introduzcan posteriormente en la misma área que la planta invasora y reasociarse con ella [reasociación enemiga].
Por otra parte, las mismas plantas pueden presentar características novedosas para la nueva región, lo que las ayudaría a su establecimiento y expansión [hipótesis de nuevas armas]; como pueden ser la presencia de espinas, de veneno o de tácticas defensivas o de ataque.
Finalmente, el cambio climático, la contaminación, el cambio del uso del suelo o la presencia de otra especie exótica ya presente en el área de introducción [hipótesis del colapso invasivo] pueden ayudar a la planta exótica a volverse invasora.
¿Qué problemas causan las plantas invasoras?
Las plantas invasoras pueden causar numerosos problemas, pero estos impactos varían según la especie invasora en cuestión, los ecosistemas, las regiones donde se establezcan, la abundancia de esta y del nivel trófico en el que estén. Sin embargo, los impactos son más comunes en islas o zonas costeras.
Las plantas invasoras pueden producir problemas en los ecosistemas modificando las propiedades físico-químicas del suelo (textura, consistencia, porosidad, color, pH, contenido de materia orgánica, etc.) y la hidrología de la zona (entendida esta como el grado de escorrentía, de evapotranspiración o de la humedad del suelo) favoreciendo así su asentamiento y propagación.
Además, van a competir con las especies nativas o con las endémicas (pertenecientes solo a una cierta región geográfica) pudiendo provocar efectos negativos en los ecosistemas, como la reducción de la diversidad de especies o incluso su extinción. Esto se relaciona con la modificación de las redes tróficas: si desaparece de la zona una planta nativa, el herbívoro que la comía también desaparecerá y de la misma forma lo hará el carnívoro que se lo comía (y así sucesivamente); lo cual influye en el ciclo de nutrientes.
También pueden provocar problemas socioeconómicos. Por ejemplo, pueden aparecer en campos de cultivo afectando así a las cosechas, o en zonas donde el ganado se alimenta reduciendo su comida o incluso intoxicándolo (si son tóxicas); pueden favorecer el inicio o propagación de incendios si son pirofíticas (por ejemplo el eucalipto); pueden deteriorar el patrimonio de las ciudades al crecer en zonas no deseadas como edificios, muros, esculturas, puertos marítimos, plantas de tratamiento de aguas, etc. y algunas de ellas pueden producir problemas de salud como alergias.
¿Qué se puede hacer para controlarlas?
Debido a todos estos problemas medioambientales y socioeconómicos producidos por las plantas invasoras es necesario llevar a cabo medidas de prevención, detección, erradicación o control y seguimiento. Para las especies ya asentadas, se debe realizar alguno de los mecanismos de control para reducir su expansión, que puede ser mecánico, biológico o químico (Fig. 3). Entre estos se deberá escoger el que más afecte específicamente a la planta y el que produzca menos efectos secundarios (tanto para otras especies, como para el ecosistema o para los humanos).
El control mecánico y el químico son los métodos más utilizados en la actualidad, pero no siempre son los más efectivos, ya que a veces pueden afectar a los ecosistemas y a otros seres vivos incluidos los humanos. Un ejemplo de control mecánico sería la retirada manual que realizan los programas de voluntariado de especies invasoras (Fig. 3 A) y uno de control químico sería el uso de herbicidas (Fig. 3 B).
El control biológico, es decir, usar otros seres vivos para controlar a la planta invasora (Fig. 3 C), es un método poco utilizado, pero podría dar buenos resultados. Igual que en el caso anterior, hay que tener también cuidado, ya que existe la posibilidad de que afecte a otras plantas nativas haciendo que el problema sea mayor.
Conclusión
Las plantas invasoras son un gran peligro, tanto para el medioambiente como para la economía y la sociedad. Saber diferenciarlas es muy importante para evitar todos los problemas que producen. Sin embargo, muchas de ellas por ser bonitas o fáciles de cuidar se compran o arrancan para tenerlas en casa, favoreciendo el proceso de invasión en otras zonas.
Artículo editado por Eva Gil Hernández
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