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La dirofilariosis o enfermedad del gusano del corazón

La enfermedad del gusano del corazón o dirofilariosis es una enfermedad de transmisión vectorial producida por parásitos nematodos (gusanos redondos) del género Dirofilaria. Existen varias especies de dirofilaria, las cuales tienen predilección sobre algunos animales concretos.

En este artículo nos vamos a centrar en la especie Dirofilaria immitis, la cual afecta principalmente a cánidos y félidos tanto domésticos como silvestres, aunque también puede parasitar al ser humano de forma accidental. Se denomina así debido a que los gusanos adultos de este parásito se localizan en el corazón y en las arterias pulmonares.

Ciclo de vida del parásito

El ciclo de vida de este parásito (Figura 2) comienza cuando un nuevo hospedador es picado por mosquitos de los géneros Culex sp, Aedes sp, que son transmisores de otras enfermedades como el Virus del Nilo Occidental (WNV por sus siglas en inglés). En España tenemos principalmente dos especies de estos mosquitos transmisores, son Culex pipiens y Culex theileri.

Estos mosquitos si están infectados tienen, por decirlo de alguna manera, en la punta de la lengua la forma larvaria de fase 3 (L3) que es la que transmiten cuando pican para alimentarse. Dentro del nuevo hospedador estas larvas de fase 3, pasan a larvas de fase 4 (L4) y de estas a gusanos adultos. Los adultos se mueven al corazón y a las arterias pulmonares, donde copulan y tienen larvas hijas que se denominan microfilarias. Estas microfilarias viajan por la sangre y son absorbidas por otros mosquitos cuando se alimentan de este hospedador.

Que este ciclo suceda depende de una bacteria intracelular llamada Wolbachia pipientis, esencial debido a que participa de forma activa en los procesos de muda, aunque también en los de patogenia (que produce enfermedad). Se encuentra en todas las fases del parásito.

Dirofilariosis
Figura 2. Ciclo biológico de Dirofilaria immitis. Fuente: Elaboración propia.

¿Dónde se localiza?

La distribución de este parásito es mundial. En Europa tenemos una zona endémica, lo que significa que tenemos casos autóctonos en perros, gatos y humanos, que se identifica concretamente en la cuenca mediterránea (Italia, Francia, Grecia, España). Todos estos países incluido el nuestro, tienen casos de Dirofilaria immitis. No obstante, se están reportando casos autóctonos en países del centro y norte de Europa como Austria.

En España tenemos una de las zonas endémicas por excelencia que son las Islas Canarias, donde se han reportado prevalencias en perros de 11,58% y seroprevalencias en gatos de hasta un 19,2%, según los últimos estudios realizados a nivel nacional entre las universidades de Las Palmas de Gran Canaria y Salamanca. Se encuentran en abierto al público y en ellos se pueden leer todos los datos de las distintas comunidades autónomas.

Los estudios epidemiológicos de dirofilariosis en humanos que hay son escasos debido a que el hombre se infecta de manera accidental y en la mayoría de los casos no manifiesta síntomas. Los pacientes se enteran de que están infectados por Dirofilaria immitis cuando van al médico por otras dolencias.

Actualmente se encuentra en expansión debido a diversos factores como son el cambio climático; que hace posible que los mosquitos transmisores puedan sobrevivir en climas distintos a sus habituales (templados, tropicales y subtropicales), al aumento del movimiento de mascotas de unos países a otros y a la presencia de zonas de regadío que posibilitan que los mosquitos realicen su ciclo biológico en esas zonas de agua estancada.

¿Cómo afecta a las personas?

Las personas nos infectamos de manera accidental cuando somos picados por un mosquito infectado, por lo que estamos ante una enfermedad zoonótica, es decir, es una enfermedad que tiene la capacidad de transmitirse entre animales y personas.

Aunque en un principio pueda parecer peligroso, debido a que podemos pensar que puede ocurrir lo mismo que con otros parásitos como son la malaria o la leishmaniosis, en realidad en el ciclo de vida de este gusano nosotros somos un hospedador inapropiado y por lo tanto dentro de nosotros no puede completar su ciclo biológico, esto es, casi nunca va a pasar a la fase de adulto.

En nosotros se van a formar una especie de nódulos en el pulmón que si se miran mediante técnicas radiológicas pueden confundirse con tumores, pero no son peligrosos. Es importante utilizar técnicas que discriminen entre tumores y estos nódulos benignos, ya que en el pasado se llegó a intervenir quirúrgicamente reseccionando lóbulos pulmonares enteros.

¿Qué les puede suceder a nuestras mascotas?

En el caso de nuestras mascotas (perros y gatos) es más complejo, ya que es una enfermedad grave que puede cronificarse e incluso producir la muerte.

La patología es muy similar entre ambos tipos de mascotas, pero difiere en algunos aspectos ya que el gato es un hospedador menos susceptible que el perro. Al ser menos susceptible se infecta con un menor número de gusanos, aunque son suficientes para ocasionar la muerte del gato. Además, el proceso de maduración de una fase larvaria a otra es más largo y rara vez se pueden encontrar microfilarias (larvas hijas) en sangre.

En ambos casos, la bacteria Wolbachia junto con los antígenos secretados por los vermes y el daño que producen estos, tienen un papel fundamental en los mecanismos de patogenicidad. Estos mecanismos consisten en provocar una respuesta exagerada por parte del sistema inmune cuando mueren los vermes adultos secretando al medio antígenos y Wolbachia.

En los perros la fase aguda pasa inadvertida en la mayoría de los casos a causa de que hay muchos perros asintomáticos, aunque algunos presentan signos clínicos como tos no productiva, pérdida de peso o disnea, entre otros (Tabla 1). La fase crónica es la más determinante porque podemos ver como el estado de salud del perro se deteriora hasta altos niveles de gravedad.

Todo comienza con una endoarteritis pulmonar proliferativa. Esta enfermedad consiste en que las arterias pierden elasticidad debido a que se engrosan y, unido a esto, se produce un estrechamiento de la luz vascular por lo que los vasos quedan ocluidos por trozos de vermes. El estrechamiento de la luz puede provocar un incremento de la resistencia al flujo sanguíneo provocando hipertensión pulmonar que puede unirse a un tromboembolismo pulmonar cuando los gusanos adultos mueren. Otra complicación de la enfermedad es la insuficiencia cardiaca derecha producida cuando hay una alta carga de parásitos que invaden el ventrículo derecho, lo que se conoce como síndrome de la vena cava.

A diferencia de los perros, los gatos presentan una fase aguda muy importante debido a que cuando el mosquito pica transmitiendo las larvas en fase 3 muchas de ellas mueren, liberando al medio la bacteria Wolbachia que va a provocar una exacerbación del sistema inmune. Este proceso da lugar a lo que se conoce como enfermedad respiratoria asociada a la dirofilariosis (HARD por sus siglas en inglés), que consiste en una inflamación continua de las vías respiratorias que dañan el parénquima pulmonar. Esto se va a reflejar a través de un conjunto de signos clínicos como son náuseas, vómitos no asociados a alimentación, disnea e incluso muerte súbita.

También hay gatos asintomáticos, pero son porcentajes más bajos que los sintomáticos. Esta fase aguda puede confundirse con bronquitis o asma felina, lo cual es un diagnóstico erróneo que le puede costar la vida a nuestra mascota.

Los gatos que superan la fase aguda, pasan a una fase intermedia en la que el sistema inmune no detecta a los parásitos y posteriormente pasan a la fase crónica. En esta fase la patología es muy parecida a la que sucede en los perros, ya que también se produce una endoarteritis pulmonar, pero a diferencia de lo que sucede en los perros, en los gatos no se produce por lo general ni hipertensión pulmonar ni insuficiencia cardiaca derecha. El gato suele fallecer debido a un tromboembolismo pulmonar causado por el anteriormente denominado HARD unido a un shock anafiláctico producido por la liberación de Wolbachia.

Tabla 1. Signos de dirofilariosis en perros y gatos según la fase clínica. Fuente: Elaboración propia.

En ambos casos tiene una alta tasa de mortalidad, pero bien es cierto que los gatos tienen una mayor posibilidad de sobrevivir si pasan ambas fases hasta el punto de generar anticuerpos contra la dirofilariosis, mientras que en los perros si la fase crónica no se trata en más de la mitad de los casos fallecen.

¿Cómo se puede diagnosticar?

Existen varios tipos de técnicas para diagnosticar la dirofilariosis como son pruebas radiológicas y de imagen, parasitológicas, moleculares, etc. Las más utilizadas son las serológicas basadas en la búsqueda de antígenos (proteínas de los gusanos adultos hembra) y en la búsqueda de anticuerpos del animal contra D. immitis y contra la bacteria Wolbachia.

Para la detección de antígenos existen test de antígenos comerciales similares a los que venden en la farmacia para la covid-19, pero en vez de utilizarse un hisopado nasal u orofaríngeo se usan unas gotas de suero del animal sospechoso.

Por otro lado, para la búsqueda de anticuerpos se pueden utilizar también test comerciales, pero en España es más común realizar ELISA indirecto y Western-blot estandarizados.

Los gatos, a diferencia de los perros, pueden llegar a eliminar al parásito y recuperarse de la enfermedad, por lo que son más difíciles de diagnosticar. En perros se utilizan ambas técnicas, pero principalmente los test de antígenos, ya que son muy fiables, mientras que en gatos no son tan fiables debido a la capacidad que tienen de poder eliminar los gusanos en la primera fase de la enfermedad. Por ello, deben usarse técnicas en búsqueda de anticuerpos.

El problema que pueden plantearnos las pruebas de anticuerpos, es que no van a descartar la infección, sino que van a decir si el animal ha estado en contacto o no con el parásito, por lo que siempre es necesario complementar con más pruebas.

Tratamiento y prevención de la dirofilariosis

Aunque existe un tratamiento para la enfermedad, a la hora de elegir uno u otro va a depender de en qué fase se encuentre el gato o el perro, de su estado de salud y de si tiene síntomas. Asimismo, también será necesario tener en cuenta tanto si los test de diagnóstico serológicas son positivas o negativas como si las pruebas radiológicas muestran algún signo. Es por ello que el tratamiento de la dirofilariosis se puede calificar de complejo.

En los perros se utiliza el antibiótico doxiciclina para eliminar a Wolbachia y fármacos profilácticos para eliminar las posibles larvas de nueva adquisición antes de usar fármacos que maten a los adultos (melarsomina). De esta manera, el perro sufrirá un menor daño pulmonar. Existe la posibilidad de realizar una extirpación quirúrgica de los vermes cuando hay una carga alta de parásitos, siempre realizando después el tratamiento adulticida.

En los gatos es más complejo debido a la posibilidad de fallecer en la fase aguda por lo que, si el gato está asintomático, sólo se han de realizar pruebas de seguimiento mientras que, si están sintomáticos, se debe estabilizar al paciente con corticoides y broncodilatadores en casos graves. Los adulticidas son fármacos que se van a usar como último recurso porque ponen en riesgo la vida del felino.

Por lo dicho anteriormente, es mejor realizar una profilaxis mediante el uso de lactonas macrocíclicas que eliminarán las larvas inoculadas recientemente. Unido a la profilaxis con fármacos habría que tomar medidas como el uso de collares repelentes que alejen al vector.

Tanto el tratamiento como la profilaxis debe ser pautado y seguido por los especialistas en la salud animal, es decir, los veterinarios. Nunca se ha de realizar sin contar con su participación.

Conclusión

Las conclusiones que podemos sacar de toda esta información es que la dirofilariosis provocada por Dirofilaria immitis es una enfermedad zoonótica en expansión , que afecta a los gatos y a los perros, pero que también afecta al ser humano aunque la patología que provoca no es grave. Por otro lado, es necesario crear estrategias para prevenirla y anteponerse a la infección, pero también es imprescindible tratar a los animales infectados siempre contando para ambas cosas con los veterinarios.

Bibliografía

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  • Simón, F., Diosdado, A., Siles‐Lucas, M., Kartashev, V., & González‐Miguel, J. (2021). Human dirofilariosis in the 21st century: A scoping review of clinical cases reported in the literature. Transboundary and Emerging Diseases, 69(5), 2424–2439.

Más información

  • American Heartworm Society –> https://www.heartwormsociety.org/
  • European Society of Dirofilariosis and Angiostrongylosis –> https://www.esda.vet/

Marta Ruiz Somacarrera

Marta Ruiz Somacarrera

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