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¿Mentira o verdad? Desmontando bulos en ciencia

En la era de la desinformación y el clickbait, no es difícil toparse con noticias o información sobre ciencia cuyo contenido es bastante dudoso. El descubrimiento de la cura para una enfermedad o que el consumo de un determinado alimento es beneficioso para la salud, suelen encontrarse en titulares de portales de noticias. Que el artículo se jacte de estar basado en un estudio científico, ¿lo convierte en confiable?

Dime como engañas y te diré que tipo de bulo eres

Según la última encuesta de desinformación científica realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), una de cada cuatro personas ha recibido información falsa sobre temas científicos. La mayoría de la ciudadanía cree que la desinformación produce efectos negativos en la población: manipulación de las creencias de las personas, aumento de la desconfianza general o que puede afectar la salud.

La desinformación sobre contenidos científicos es abundante, y lo era previamente a la pandemia. Se pueden destacar algunos temas con más prevalencia como el cambio climático, productos de consumo que pueden implicar riesgos, vacunas o enfermedades. El estudio Health and science-related disinformation on COVID-19: A content analysis of hoaxes identified by fact-checkers in Spain realizado en el 2022 sobre desinformación en ciencia, clasifica los bulos en distintas categorías de acuerdo con su conexión con el conocimiento científico:

Por un lado se encuentra la “ciencia apresurada”, donde la información proviene de una fuente científica, pero de resultados provisionales. Generalmente se obtienen de estudios que aún no han sido publicados en revistas científicas, o que no han pasado el proceso de revisión por pares (proceso por el cual colegas que no han participado de dicha investigación, evalúan la rigurosidad y calidad de esta).

En segundo lugar está la “ciencia descontextualizada”, que también proviene de una fuente científica, que puede ser nuevamente un estudio preliminar, o incluso uno definitivo, cuyos resultados se sacan de contexto. Suele ser muy común cuando se informa sobre algo testeado en animales o en muy pocas personas y cuyos resultados se extrapolan como si fueran un remedio absolutamente testeado para todas las personas.

Por su parte, la “ciencia mal interpretada”, hace alusión a un problema de los periodistas o de los propios ciudadanos: ante un contenido científico interpretan algo que realmente no es.

Por último, está la “falsedad sin base científica”, que proviene de una fuente falsa o anónima y que, a diferencia de los tipos anteriores, que consisten en exagerar o descontextualizar una realidad, pretende simplemente engañar.

La duda, uno de los nombres de la inteligencia

Separar las noticias reales de las noticias falsas es uno de los desafíos a los que se enfrenta día a día nuestra sociedad. Que un artículo contenga la frase “según un estudio”, no lo convierte necesariamente en confiable. Es necesario tener claros algunos conceptos para poder evaluar críticamente una información.

En algunas ocasiones, la fuente de esta información resulta ser un pre-print (estudio preliminar). Los pre-prints, al ser estudios aun no revisados, están sujetos a ser retractados o modificados, es por eso que se debe tomar con cautela la información que proviene de ellos.

Otra medida que va en la misma dirección es indagar en qué revista científica se ha publicado el estudio. Los hallazgos de las investigaciones son publicados en este tipo de revistas, pero no todas poseen el mismo nivel de calidad y veracidad. Algunas de ellas, que suelen llamarse “depredadoras”, publican cualquier artículo sin revisarlo y sin asegurarse antes de la calidad de sus resultados. El proceso de revisión por pares es actualmente universal en las revistas científicas de mayor calidad.

Figura 1 : Portada del volumen 536 de la reconocida revista Nature. Fuente: Observatorio Europeo Austral

Un indicador de fiabilidad de la información es el número de veces que se ha repetido el experimento: cuanto más se repita, más fiable será. Las conclusiones obtenidas con una sola observación tienen un peso limitado, el cual aumenta cuando grupos de investigación independientes repiten el experimento y obtienen análogo resultado. Lo mismo sucede con el tamaño de la muestra: cuanto mayor sea esta, más fiables serán los resultados. Algunas publicaciones científicas presentan conclusiones al analizar unos pocos casos, que no se confirman cuando el número de casos estudiados es mayor.

Otro factor a tener en cuenta es si el estudio se ha realizado en humanos. Puede haber, por ejemplo, resultados excelentes de medicamentos, vacunas o tratamientos ensayados en ratones o en condiciones de laboratorio, que en humanos no funcionen. Ante una noticia que afirma grandes resultados obtenidos en animales, no dar por sentado su aplicación a los seres humanos.

Finalmente, dos conceptos que suelen generar confusión son correlación y causalidad. Resulta tentador asumir que un determinado hecho es la causa de otro, pero no siempre es así. Que dos eventos se den de manera consecutiva no implica que uno sea causa del otro, puede ser mera coincidencia. Un ejemplo sería la correlación en el tiempo entre la edad a la que se ponen algunas vacunas y la aparición del autismo (ambas en los primeros años de vida), que no implica que la causa del autismo sean las vacunas.

Agencias verificadoras al ataque

Con el objetivo de hacer frente a la desinformación, han surgido las denominadas agencias verificadoras o fact checkers. Estas agencias desarrollan todos los procesos necesarios para determinar el grado de veracidad de una noticia, facilitando a los ciudadanos la identificación de aquellas que son falsas y evitando así, su difusión.

Salud Sin Bulos es un ejemplo de ello. Su objetivo es combatir los bulos de salud en internet y las redes sociales, a través de su nutrida red de «cazabulos«-profesionales sanitarios de diferentes ámbitos de la salud- que los ayudan a identificar y desmontar noticias falsas.

Otro ejemplo es Maldita. Se trata de un medio de comunicación sin animo de lucro, dedicado al fact checking. Trabaja desmontando bulos no solo de ciencia, sino que incluye otras temáticas como política, género, racismo o migración.

De acuerdo a la última encuesta de desinformación científica realizado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, una de cada cuatro personas ha consultado alguna vez algún medio dedicado a la verificación, aunque este porcentaje decrece cuanto menor es su nivel de estudios.

Figura 2: Resultados de encuesta sobre uso de medios dedicados a la verificación. Fuente: FECYT

En el año 2022 se ha publicado el Código europeo de estándares para organizaciones de verificación independientes, un documento profesional que define los estándares de metodología que un equipo debe cumplir para ser reconocido como una organización de fact checking independiente, imparcial y transparente. Las normas del Código van desde la fiabilidad de las fuentes utilizadas hasta la imparcialidad, el apartidismo y la transparencia financiera.

Para que una organización de fact checking se convierta en miembro verificado del European Fact-Checking Standards Network debe cumplir con todos los estándares que indica el texto. El reconocimiento como miembro verificado de la red tiene como objetivo que el público pueda conocer qué organizaciones europeas de fact checking operan de manera independiente, ética y con el compromiso de servir al interés público.

Conclusión

Internet y las redes sociales han democratizado el acceso a la información, generado un nuevo ecosistema comunicativo, donde las fuentes se han multiplicado. Muchas de ellas son confiables y acreditas, mientras que al mismo tiempo, en las redes, circulan cada vez más contenidos de procedencia desconocida y fiabilidad dudosa.

Las agencias verificadoras son un gran apoyo a la hora de discernir la información veraz de la engañosa, pero a su vez resulta fundamental fomentar una alfabetización mediática en la población, así como promover el pensamiento crítico.

Artículo editado por Equipo de Microbacterium

Bibliografía

Erviti, M. C., Salaverría, R., León, B., Martínez-Costa, M. P., López-Goñi, I. (2022). Mentiras contagiosas. Guía para esquivar la desinformación en salud. Pamplona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra. DOI: https://doi.org/10.15581/978-84-8081-720-2

León B, Martínez-Costa MP, Salaverría R, López-Goñi I (2022) Desinformación relacionada con la salud y la ciencia sobre el COVID-19: un análisis de contenido de los bulos identificados por los fact-checkers en España. PLoS ONE 17(4): e0265995. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0265995

Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT, (2022). Desinformación científica en España. Informe de resultados. e-NIPO: 831220310

Anabella Antognoni

Anabella Antognoni

Ingeniera Civil. Experta en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia. Estudiante de Máster en Ciencia, Tecnología y Sociedad.

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