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Música maestro: 7 notas que estimulan tu cerebro

Mikel Etxebeste Mitxeltorena

Mikel Etxebeste Mitxeltorena

La música, a lo largo de la historia de la humanidad, ha desempeñado un papel fundamental en la vida de las personas. Más allá de ser una expresión artística, la música se entrelaza intrínsecamente con nuestras emociones, recuerdos y experiencias cotidianas. Desde las notas melódicas que acompañan momentos de alegría hasta los acordes más melancólicos que nos sumergen en la tristeza, la música tiene el poder de modular nuestras emociones de maneras sorprendentes. Este fenómeno no es solo subjetivo; numerosos estudios científicos respaldan la idea de que la música puede tener un impacto mensurable en el estado de ánimo y la respuesta emocional de las personas.

En este artículo, exploraremos la relación entre la música y la neurociencia, desentrañando los misterios de cómo el cerebro procesa y responde a la música. ¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando escuchamos una pieza musical conmovedora o un ritmo enérgico? ¿Cómo afecta la música a la liberación de neurotransmisores y, en última instancia, a nuestra salud mental? No solo nos detendremos en los efectos emocionales de la música, sino que también nos sumergiremos en la estructura misma del cerebro, examinando la plasticidad cerebral inducida por la música y explorando cómo el aprendizaje musical puede remodelar nuestras conexiones neuronales.

Efectos emocionales de la música

La música, a diferencia de cualquier otra forma de arte, tiene el poder innato de provocar respuestas emocionales profundas y variadas en quienes la experimentan. Desde los tiempos más antiguos, la humanidad ha utilizado la música como un medio para expresar emociones, contar historias y conectar con lo más profundo de la condición humana.

La diversidad de géneros musicales refleja una paleta emocional extensa. Desde la euforia contagiosa del pop hasta la melancolía reflexiva del blues, cada género tiene el potencial de evocar emociones específicas. La música clásica, por ejemplo, puede inducir sentimientos de serenidad y contemplación, mientras que el heavy metal puede generar energía y liberación emocional. 

Numerosos estudios en el campo de la psicología y la neurociencia han profundizado en la conexión entre la música y las emociones. La música activa regiones cerebrales asociadas con el procesamiento emocional, como la amígdala y el córtex cingulado. Investigaciones con resonancia magnética funcional (fMRI) han revelado patrones específicos de activación neuronal en respuesta a diferentes tipos de música. Además, la música no solo influye en las emociones a corto plazo, sino que también puede tener efectos duraderos en el estado de ánimo y el bienestar emocional a lo largo del tiempo.

La experiencia emocional de la música está estrechamente relacionada con la liberación de neurotransmisores en el cerebro. La dopamina, conocida como el ‘neurotransmisor del placer’, se libera durante momentos emocionantes de una canción, creando sensaciones de felicidad y recompensa. La serotonina, asociada con el estado de ánimo y la regulación emocional, también puede ser influenciada por la música, especialmente en contextos terapéuticos.

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Imagen 1. Musica para el cerebro. Fuente: https://www.istockphoto.com/es

Neurociencia de la música

La interacción entre las notas, ritmos y melodías desencadena una sinfonía de actividades cerebrales que dan lugar a experiencias musicales únicas y significativas. El cerebro humano es una orquesta de regiones especializadas, y la música desencadena una coordinación intrincada entre ellas. La corteza auditiva primaria, ubicada en el lóbulo temporal, es la primera en recibir señales musicales. A medida que la información musical se procesa, se extiende a otras áreas, como la corteza prefrontal y el sistema límbico, implicados en la toma de decisiones, la planificación y las respuestas emocionales.

La plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar a lo largo del tiempo, se ve especialmente influenciada por el aprendizaje musical. Estudios han demostrado que aprender a tocar un instrumento musical no solo mejora las habilidades motoras finas, sino que también induce cambios estructurales en áreas clave del cerebro, como el cuerpo calloso y la corteza auditiva.

La plasticidad también se manifiesta en la capacidad del cerebro para desarrollar una ‘memoria musical’, permitiendo a las personas recordar y reconocer patrones melódicos y armónicos. Esta memoria musical contribuye a la capacidad de anticipar y disfrutar la música, creando una experiencia auditiva más rica y compleja.

Los estudios de fMRI han desentrañado los procesos neurales detrás de la apreciación musical. Por ejemplo, la investigación ha identificado la existencia de un ‘centro de recompensa musical’ en el cerebro, implicado en la liberación de dopamina y la generación de placer musical. La sincronización neuronal durante la escucha de música también ha sido observada, mostrando cómo el cerebro se ajusta a los ritmos y patrones temporales, creando una experiencia de escucha más envolvente.

Además, la fMRI ha revelado que la música puede tener un impacto en la conectividad funcional entre diversas regiones cerebrales, subrayando la complejidad de la respuesta cerebral a la música y ofreciendo pistas sobre sus efectos terapéuticos potenciales.

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Imagen 2. Musica para el cerebro. Fuente: https://www.istockphoto.com/es

Música y memoria

La intrincada conexión entre la música y la memoria es un fenómeno que ha captado la atención de científicos y amantes de la música por igual. Desde recordar la letra de una canción hasta asociar una melodía con un momento específico de la vida, la música tiene el poder único de anclar recuerdos y potenciar la retención cognitiva. 

La música tiene el poder de desencadenar recuerdos de manera más efectiva que otros estímulos. Esta conexión se debe, en parte, a la ubicación del procesamiento musical en el cerebro, que se superpone con áreas asociadas a la memoria, como el hipocampo y la corteza prefrontal. Cuando escuchamos una canción que nos transporta a un momento específico de nuestro pasado, estamos activando simultáneamente regiones cerebrales relacionadas con la emoción y la memoria autobiográfica.

La música también ha demostrado ser una herramienta eficaz para mejorar la memoria en personas sin trastornos cognitivos. Estudios han revelado que la información presentada en forma de canción es más fácil de recordar que la misma información presentada de manera hablada. Esta ‘ventaja musical’ se ha aplicado en entornos educativos, donde se utiliza la música como una estrategia mnemotécnica para facilitar el aprendizaje y la retención de información.

Este vínculo entre la música y la memoria es particularmente evidente en casos de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Aunque la memoria de eventos recientes puede verse afectada, la memoria musical a menudo permanece relativamente intacta. Las personas con demencia a menudo pueden recordar canciones de su juventud, incluso cuando otros aspectos de la memoria se desvanecen.

De hecho, se ha convertido en una herramienta terapéutica muy valiosa. La musicoterapia se utiliza para mejorar la calidad de vida de pacientes con Alzheimer y otras afecciones similares. A través de la música, se busca estimular la cognición, promover la expresión emocional y fomentar la interacción social en entornos clínicos.

Estudios han demostrado que la musicoterapia puede reducir la agitación y mejorar la comunicación en personas con demencia. Las sesiones de escucha de música personalizada también han mostrado mejoras en el bienestar emocional y la conexión emocional con el entorno.

Creatividad y música

La relación entre la música y la creatividad es un territorio fascinante donde la expresión artística y la innovación se entrelazan. La música, a lo largo de la historia, ha sido una fuente inagotable de inspiración para artistas, escritores y pensadores creativos puesto que tiene el poder de evocar emociones profundas y despertar la imaginación. Compositores, artistas visuales, escritores y creadores de todas las disciplinas a menudo encuentran en la música una fuente rica de inspiración. Ya sea a través de la creación de paisajes sonoros que acompañan la escritura de una novela o la influencia de ritmos y armonías en la creación visual, la música actúa como un estímulo creativo fundamental.

La diversidad de géneros y estilos musicales también juega un papel crucial en este proceso. Mientras que algunos artistas pueden encontrar inspiración en la complejidad de la música clásica, otros pueden hallarla en la crudeza del rock o la innovación del jazz. La música, al ser un medio expresivo tan variado, ofrece un vasto repertorio de estímulos creativos.

Numerosos artistas y escritores han reconocido abiertamente la influencia de la música en su proceso creativo. El escritor ruso Fiódor Dostoyevski, por ejemplo, atribuía a la música la capacidad de despertar emociones y reflejar estados de ánimo complejos en su obra literaria. En el ámbito musical, el legendario compositor Ludwig van Beethoven, a pesar de su sordera, creó algunas de sus obras más icónicas inspirado por las emociones que la música le transmitía internamente.

En la cultura contemporánea, músicos como David Bowie y Björk han explorado géneros y estilos diversos, fusionando influencias musicales para crear obras que desafían las convenciones y expanden los límites de la creatividad.

Por otro lado, la improvisación musical es una forma directa de expresión creativa en la que los músicos responden en el momento, creando música espontánea y única. La improvisación no solo requiere habilidades técnicas, sino también una mente abierta a la experimentación y la innovación. Estudios han demostrado que la improvisación musical activa áreas cerebrales asociadas con la creatividad, la toma de decisiones y la expresión emocional. Esta conexión entre la improvisación musical y la creatividad se extiende más allá del ámbito musical, influyendo en campos como la improvisación teatral y la resolución creativa de problemas en entornos no artísticos.

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Imagen 3. Musica para el cerebro. Fuente: https://www.istockphoto.com/es

Musicoterapia

La terapia musical es una disciplina en constante crecimiento que aprovecha el poder único de la música para promover la salud mental, emocional y física. A lo largo de los años, la música ha demostrado ser una herramienta terapéutica valiosa, utilizada para abordar una variedad de desafíos de salud, desde trastornos mentales hasta discapacidades físicas. 

La musicoterapia implica el uso sistemático de la música y sus elementos para lograr objetivos terapéuticos. Este enfoque terapéutico no se limita a un estilo musical específico, sino que se adapta a las necesidades individuales y los objetivos terapéuticos de cada persona. Los musicoterapeutas, profesionales capacitados en la intersección de la música y la salud, emplean diversas técnicas, como la escucha activa, la improvisación musical, la composición y el canto, para facilitar la expresión y el proceso terapéutico.

La musicoterapia se ha utilizado con éxito en el tratamiento de una variedad de trastornos mentales, incluyendo la depresión, la ansiedad y el trastorno del espectro autista. La música, al tener la capacidad de evocar emociones y fomentar la expresión, se convierte en un medio efectivo para abordar los desafíos emocionales y sociales.

En el caso de la depresión, por ejemplo, la musicoterapia puede ayudar a canalizar y expresar sentimientos a través de la creación musical, facilitando la comunicación de emociones difíciles de expresar con palabras. Para aquellos en el espectro autista, la musicoterapia puede mejorar la comunicación, la interacción social y la regulación emocional.

En el contexto de la rehabilitación física, la musicoterapia ha demostrado ser efectiva para mejorar la coordinación motora y la funcionalidad en pacientes que han experimentado accidentes cerebrovasculares o lesiones cerebrales traumáticas.

Además, el avance de la tecnología ha ampliado aún más el acceso a la música como herramienta terapéutica. Aplicaciones y plataformas en línea ofrecen listas de reproducción diseñadas específicamente para abordar estados de ánimo, reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional. La música terapéutica se ha vuelto más accesible, permitiendo que las personas integren la música en su vida diaria como parte de su autocuidado y gestión del estrés.

Desarrollo cognitivo en niños a través de la música

La música, desde la infancia, desempeña un papel fundamental en la estimulación sensorial y cognitiva de los niños. La exposición temprana a melodías y ritmos contribuye al desarrollo del lenguaje, ya que la música a menudo presenta patrones rítmicos y melódicos que refuerzan la percepción auditiva y la discriminación de sonidos. Además, la participación en actividades musicales, como cantar y tocar instrumentos sencillos, estimula la coordinación motora y promueve la concentración.

Investigaciones científicas respaldan la conexión entre el aprendizaje musical y el desarrollo cognitivo en niños. Diversos estudios han demostrado que los niños que participan en programas de educación musical presentan mejoras en habilidades como la memoria verbal, la coordinación motora fina y la discriminación auditiva en comparación con aquellos que no reciben esta formación. La música, al requerir atención y memoria, ejerce una presión positiva sobre las capacidades cognitivas de los niños.

Programas educativos que incorporan la música de manera integral han demostrado ser especialmente efectivos en el desarrollo cognitivo de los niños. Escuelas que integran clases de música, actividades corales e incluso la enseñanza de instrumentos en su currículo observan mejoras no solo en habilidades musicales, sino también en habilidades cognitivas generales.

Además, la música se ha convertido en una herramienta valiosa en la educación temprana, utilizando canciones y juegos musicales para enseñar conceptos como números, colores y vocabulario. Estas estrategias no solo hacen que el aprendizaje sea más atractivo, sino que también refuerzan la retención de información a través de la asociación con elementos musicales memorables.

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Imagen 4. Musica para el cerebro de los niños. Fuente: https://www.istockphoto.com/es

Música y rendimiento deportivo

La música no solo sirve como una banda sonora motivadora para los entrenamientos, sino que también puede tener efectos tangibles en la fisiología y el rendimiento de los atletas. 

Estudios científicos han revelado que la música puede mejorar la eficiencia del ejercicio al sincronizar el ritmo de la música con el movimiento del cuerpo. Los ritmos rápidos y motivadores pueden estimular un aumento en la frecuencia cardíaca y la respiración, lo que lleva a una mayor energía y resistencia durante el ejercicio.

La elección del género y el ritmo de la música puede marcar la diferencia en el rendimiento deportivo. Géneros musicales con ritmos enérgicos, como el rock, el hip-hop o la música electrónica, son comúnmente seleccionados por atletas para mejorar la motivación y mantener un ritmo constante durante el entrenamiento. La música también actúa como una distracción positiva, ayudando a reducir la percepción del esfuerzo y la fatiga.

Además, algunos estudios sugieren que la música con un ritmo específico puede tener beneficios específicos. Por ejemplo, canciones con un tempo más rápido pueden aumentar la velocidad de la carrera, mientras que las melodías más lentas pueden ser útiles para la recuperación o el enfriamiento después de una intensa sesión de ejercicio.

Numerosos atletas de élite han compartido sus preferencias musicales y cómo la música desempeña un papel clave en su preparación y rendimiento. Desde corredores de maratón hasta levantadores de pesas, la música ha sido un elemento constante en sus rutinas de entrenamiento. Por ejemplo, el nadador olímpico Michael Phelps reveló que escuchaba música hip-hop y rap antes de las competiciones para aumentar su nivel de energía y enfoque.

Conclusión

La música no solo es un arte universal (puedes escuchar nuestro podcast sobre arte y ciencia de Microhercios) sino también una fuerza transformadora que influye profundamente en diversas áreas de nuestras vidas. A lo largo de este texto, hemos explorado cómo la música está intrínsecamente vinculada a nuestra experiencia emocional, al desarrollo cognitivo, a la salud mental, al rendimiento deportivo y a la motivación. Destacamos que la música es una herramienta poderosa que trasciende barreras culturales y lingüísticas, enriqueciendo nuestra existencia cotidiana de maneras profundas y significativas. Gracias a la tecnología, su acceso global se ha democratizado, permitiendo que más personas disfruten de sus beneficios terapéuticos y motivacionales.

Reconocer y valorar esta influencia única nos brinda la oportunidad de aprovechar conscientemente el poder de la música para mejorar nuestra calidad de vida y enriquecer nuestra experiencia humana.

Tras todo esto solo me queda deciros una cosa….

¡Pondedle música a la vida!

Artículo editado por Equipo de Microbacterium

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