Los seres humanos compartimos el 99.9% de nuestro genoma, es decir, casi la totalidad de la secuencia de nuestro ADN es igual para todos.
Esto lo sabemos gracias a que en 2003 se determinó la secuencia del primer genoma humano. Su coste fue de 2.700 millones de dólares. Sin embargo, gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología, actualmente secuenciar un genoma está en torno a los 500 dólares. Incluso el año pasado, el gigante en genética BGI Group afirmó que gracias a su nueva plataforma podrían secuenciar un genoma humano por tan solo 100 dólares. Sin duda una rebaja muy sustancial con respecto a la primera secuenciación, que abre las puertas a una gran cantidad de información.
Sabemos que la genética determina muchos de nuestros rasgos físicos y étnicos, además de ser un componente muy importante en temas de parentesco y poblaciones. Lo mismo sucede con muchas enfermedades que, o bien se vinculan a un determinado perfil genético, o éste posee un peso importante en la aparición y desarrollo de la enfermedad.
Sin embargo, si compartimos la gran mayoría de nuestro genoma, ¿cómo se conoce aquella variación genética asociada a una enfermedad? ¿Qué quiere decir que soy un 40% italiano si mis padres, bisabuelos y tatarabuelos eran españoles?
Las respuestas a estas preguntas (y muchas más) nos las dan los test y análisis genéticos.
Índice de contenido:
La receta de nuestro ADN
Para entender en qué consisten los test genéticos, tenemos que saber cómo se lee la secuencia de nuestro ADN (ácido desoxirribonucleico). El ADN es una molécula que contiene la información genética en forma de un código formado por lo que conocemos como nucleótidos. Los nucleótidos son moléculas de menor tamaño que se alternan formando la secuencia del ADN, siendo estos la adenina, timina, citosina y guanina, representados por las letras A, T, C y G respectivamente (Figura 1). El orden de los nucleótidos determinará la información que contiene nuestro ADN, constituyendo la receta que será leída para orquestar las funciones y funcionamiento de nuestro organismo.
Sin embargo, esta receta puede contener erratas y presentar cambios en su secuencia o estructura. Estas variaciones pueden ser más comunes en aquellas personas que poseen un rasgo o una enfermedad concretos, por lo que, tras diversos análisis y una concienzuda estadística, se considera que pueden estar asociados con ellos.
Los avances en el campo de la genética
La manera que tenemos hoy en día para leer el contenido de nuestra receta es mediante la secuenciación genómica. La idea de leer el genoma se gestó en 1984, aunque no fue hasta 1990 cuando se lanzó el conocido Proyecto Genoma Humano (Figura 2).
Este proyecto, alumbrado como una colaboración internacional, se considera uno de los emprendimientos científicos más ambiciosos de la historia. Así, en 2003 se determinó el 99% de la secuencia del genoma humano con un 99.99% de precisión.
Tras el hito científico que supuso la determinación de la secuencia del genoma humano, le siguieron numerosos avances científicos y tecnológicos, diseñándose nuevas técnicas que permitieran el aprovechamiento de toda esta información. Con esto no tardaron en aparecer los test genéticos.
Los test genéticos
Como veíamos, compartimos el 99.9% de la secuencia de nuestro ADN. Se estima que el genoma humano posee unos 3.300 millones de nucleótidos, por lo que la cantidad de variación que hay en ese 0.1% que nos diferencia es aún muy grande. En estas diferencias a nivel genético es en lo que se basan los test genéticos.
Los test genéticos parten de una muestra de la que se extraerá el ADN de sus células, normalmente saliva o sangre, para su posterior análisis. Este análisis consiste en la lectura del ADN a distintas escalas: desde cambios en un único nucleótido, mutaciones o regiones, hasta cambios en su estructura o su secuencia completa. Todos estos cambios, entre muchos otros, contribuyen a la variabilidad genética de cada individuo, o ese 0.1% de la secuencia de nuestro ADN que nos hace únicos.
Estos cambios en el ADN pueden determinar muchos rasgos individuales, desde físicos o de personalidad, hasta la predisposición a enfermedades o proporciones ancestrales. Esto es así porque la variación genética asociada a cada rasgo es diferente. Por ejemplo, se sabe que el color de ojos está influido por variaciones genéticas en los genes ASIP, IRF4, SLC24A4, SLC24A5, SLC45A2, TPCN2, TYR y TYRP1, mientras que las diferentes ascendencias se determinan por bloques genéticos. Esta variación es un aspecto muy importante en lo que conocemos como medicina de precisión, cuyo principal objetivo es la personalización de la atención médica mediante la aplicación de tratamientos basados en las particularidades de cada paciente, como es la genética.
Test genéticos con aplicación médica y test genéticos directos al consumidor
Según su aplicación existen distintos tipos de test genéticos. Los primeros en aparecer fueron los test genéticos con aplicación médica o clínicos. Estos test evalúan la variación genética que se sabe que está asociada con un rasgo, mayoritariamente una enfermedad, cuando se sospecha su presencia o el individuo presenta factores de riesgo. Están indicados para favorecer el diagnóstico de la enfermedad y su objetivo final será la determinación de la predisposición del paciente, siendo realizados bajo consulta y supervisión médica.
Uno de los casos más conocidos es el del cáncer de mama y ovario hereditarios. Estos suponen entre un 5 y 10% de los casos de este tipo de cáncer y se estudian cuando existen antecedentes familiares. Así, en este caso se evalúan mutaciones hereditarias localizadas principalmente en los genes BRCA1 y BRCA2, que determinarán la predisposición a sufrir dicho cáncer.
El desarrollo de nuevas técnicas de genotipado, así como la reducción de su coste, han hecho los test genéticos más accesibles al público, siendo estos más conocidos como test genéticos directos al consumidor (TGDC). Los TGDC parten de una muestra de saliva que tomamos nosotros mismos siguiendo las instrucciones del kit que a menudo se entrega a domicilio. La muestra se manda de vuelta a la empresa correspondiente donde será analizada y en unos días recibiremos los resultados con información sobre rasgos físicos, de personalidad, ascendencia o de salud. Cuando el ADN es aislado de nuestra muestra se analiza la variación genética del mismo, como por ejemplo los polimorfismos de un solo nucleótido (SNPs, de sus siglas en inglés).
Aspectos a considerar de los resultados de un TGDC
Ya tenemos los resultados de nuestro test genético, ¿y ahora qué?
Lo primero que debemos considerar es que, a pesar de que nuestro ADN contiene información que rige el funcionamiento de nuestro organismo, la realidad es que existen numerosos factores que influyen también en este funcionamiento. Por lo tanto, no todos los rasgos son atribuibles por completo a la genética, y en ocasiones las interacciones que influyen en ellos pueden llegar a ser muy complejas. El ejemplo más claro de esto, es la influencia de nuestro estilo de vida en nuestra salud. En ocasiones las personas pueden presentar riesgo genético a padecer ciertas patologías, y en otras los malos hábitos pueden ser los que incrementen el riesgo.
Es por esto que, debido a la gran cantidad de variables que pueden intervenir, normalmente no se suele ofrecer una interpretación de los resultados de los TGDC. Por lo tanto, aun desconociendo la metodología tras el análisis de esta información, partir de una correcta interpretación nos ayudará a sacarle mayor partido a los resultados.
Lo primero que debemos considerar es que, a no ser que se haya secuenciado completamente nuestro genoma, esta información solo es una representación del mismo. La variación más estudiada son los SNPs, de manera que tras una serie de análisis estadísticos, obtendremos información para una serie de rasgos basada en nuestro ADN y en probabilidades. Y es que nuestra información se comparará con la de otros individuos almacenada en bases de datos, por lo que cuanta más información de más individuos tengan dichas bases, mayor precisión tendrán los resultados.
Teniendo esto en cuenta, una vez recibimos los resultados con información para distintos rasgos físicos, de personalidad, ascendencia o salud tenemos que considerar el concepto de predisposición. Y es que el hecho de que presentemos variación genética que se ha visto relacionada con una enfermedad no quiere decir que vayamos a sufrirla. Esto es porque la asociación de dicha variación con un rasgo o enfermedad se basa en una mayor frecuencia de la misma en los individuos con el rasgo que en los que no la presentan.
Por lo tanto, el hecho de presentar un marcador que se ha visto asociado a una enfermedad, no quiere decir que con toda seguridad la vayamos a sufrir en algún momento de nuestra vida, sino que tenemos una mayor predisposición genética.
Algo que también debemos considerar es que, si bien es cierto que el avance de la ciencia ha permitido el desarrollo de tecnologías de genotipado más precisas, la precisión de los TGDC es variable. Así, cada test cuenta con una sensibilidad y una especificidad que debemos considerar cuando saquemos conclusiones de sus resultados.
Conclusión
Sin duda los avances genéticos de los últimos años nos han permitido profundizar en el conocimiento de numerosas enfermedades, siendo la base para la identificación de dianas terapéuticas, desarrollo de fármacos e incluso la detección temprana de las mismas. Del mismo modo, nos han acercado a los análisis genéticos, tanto que podemos realizarlos desde la comodidad de nuestra casa, por precios asequibles y ofreciendo resultados que pueden ser realmente interesantes.
Reestructurar una dieta, identificar beneficios de un determinado tratamiento condicionado a nuestra genética, o evitar ciertas acciones para prevenir la aparición de la enfermedad, son solo algunos ejemplos de la aplicación que se le puede dar a la información extraída de los test genéticos y que puede llegar incluso a cambiar nuestra vida.
La disposición a nuestro alcance de los TGDC hace que el conocimiento de sus fundamentos sea clave para su posterior interpretación. Sin lugar a dudas, la información que nos proporcionan puede llegar a ser muy útil siempre y cuando tengamos en cuenta cómo interpretarlos y consultar con un profesional sobre aquellos resultados relacionados con nuestra salud que puedan preocuparnos.
Editado por Diego Jiménez
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